La Prensa Grafica

Contra todo pronóstico, 75 años

Los cientos de miles de nuestros lectores que han emigrado se conectan a diario para seguir los hechos de Venezuela. El Nacional no solo es una referencia informativ­a fundamenta­l en el país, sino también entre la inmensa diáspora venezolana que se ha disp

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Venezuela vive una catástrofe que sobrepasa toda lógica. Nada en nuestro país se ha salvado de la destrucció­n. El espacio público venezolano es simplement­e desolador. La economía, la productivi­dad, la industria petrolera, los servicios públicos, la educación, la salud, el sistema judicial, las garantías más elementale­s, como el derecho a la vida han sido devastados en un proceso que todavía no ha culminado.

El Nacional, al igual que cualquier familia o empresa venezolana, ha sido profundame­nte impactado por estas realidades. Talentosos profesiona­les que trabajaban en esta casa han emigrado. Empresas que anunciaban en nuestros espacios han cerrado o sobreviven en condicione­s de extrema penuria. El acoso de tribunales y de otras institucio­nes bajo el dominio del régimen, en contra de nuestra empresa, se ha extremado en los últimos años.

A pesar de este escenario de adversidad­es y contra todo pronóstico, aquí estamos. El Nacional se sigue imprimiend­o y se siguen produciend­o contenidos para nuestra página web. Los cientos de miles de nuestros lectores que han emigrado se conectan a diario para seguir los hechos de Venezuela. El Nacional no solo es una referencia informativ­a fundamenta­l en el país, sino también entre la inmensa diáspora venezolana que se ha dispersado por decenas de países en el mundo. Internet ha hecho posible que hoy se nos lea en más de cien países, distribuid­os en los cinco continente­s. Paradójica­mente, en medio de los embates que ha sufrido nuestra organizaci­ón, nuestra marca se ha propagado como nunca antes.

Este aniversari­o ocurre en medio de un país al borde del colapso total. Las inenarrabl­es problemáti­cas del transporte público, de la creciente disminució­n del parque automotor operativo, las fallas cada día más frecuentes del servicio eléctrico, los cortes del suministro de agua, el grave estado del mantenimie­nto de instalacio­nes petroleras, de los sistemas de transporte subterráne­o, de autopistas y carreteras conforman un escenario alarmante, cuyo deterioro se expande minuto a minuto.

No exagero ni peco de optimista al decir que, al ritmo en que empeoran las cosas, la viabilidad del régimen tiende a cero. Cada día que pasa, cada nuevo paso en la senda de la destrucció­n, cada mentira que se suma a la montaña de mentiras que es el signo del poder, los arrincona, los hace insoportab­les en los sentimient­os y en las expectativ­as de los ciudadanos. Si hay una idea común y casi universal en Venezuela es esta: el régimen debe acabarse para dar paso, de inmediato, a una nueva etapa democrátic­a.

El Nacional, no solo será testigo del regreso de la democracia, sino que le correspond­erá, como ha ocurrido a lo largo de estos 75 años, ser un baluarte en la defensa de la libertad de expresión, un baluarte del buen hacer del periodismo, un baluarte en la conquista de un modo de convivenci­a, que sea garante de las libertades individual­es y políticas que son la promesa esencial de la democracia.

Las tareas que demandará la reconstruc­ción del país son descomunal­es. Reclamarán la participac­ión activa y urgente de toda la sociedad. Muchas cosas esenciales tendrán que revisarse y acordarse, porque es menester definir parámetros que impidan la exclusión, así como la confrontac­ión inútil y destructiv­a. Cuando ese momento llegue, El Nacional estará listo para cumplir con su tarea histórica de informar y de ser el punto de encuentro de todos los sectores y visiones de la próxima Venezuela.

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