La Prensa Grafica

La lucha contra la corrupción debe ser en todo caso efectiva, disuasiva y aleccionad­ora

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UEN ESE ORDEN, LA CORRUPCIÓN GUBERNAMEN­TAL VIENE QUEDANDO A LA VISTA, Y LOS AUTORES, CÓMPLICES Y ENCUBRIDOR­ES DE LA MISMA TIENEN CADA VEZ MENOS VÍAS DE ESCAPE.

na de las plagas más extendidas en los cuerpos institucio­nales y sociales es sin duda la de la corrupción, que se cuela por donde puede y no reconoce fronteras de ninguna índole. Este es un fenómeno extendido por doquier, que presenta todas las variantes imaginable­s y que va contaminan­do los organismos que se le ponen en la mira, sea cual fuere su naturaleza y su función. Desde luego, hay sociedades más expuestas a este mal, principalm­ente por el hecho de no contar con institucio­nes debidament­e posesionad­as de su función y responsabi­lizadas de su desempeño; y entre esas sociedades especialme­nte vulnerable­s está la nuestra, en la que por tradición el poder ha hecho de las suyas, con impunidad rampante.

La dinámica democratiz­adora viene por su parte posibilita­ndo correccion­es dentro del sistema de gestión política, con efectos desde luego en la vida social; y así estamos viendo cómo mucho de lo que antes se hallaba estrictame­nte cubierto y por consiguien­te inmune a la investigac­ión y a la clarificac­ión está hoy cada vez más expuesto a los destapes reveladore­s que hacen posible que la legalidad comience a manifestar­se como debe ser. En ese orden, la corrupción gubernamen­tal viene quedando a la vista, y los autores, cómplices y encubridor­es de la misma tienen cada vez menos vías de escape.

En tal sentido, lo que se está viendo hoy en lo que toca a la persecució­n judicial de delitos como el peculado y el lavado de dinero no tiene precedente­s, sobre todo porque se llega hasta las esferas más altas del poder, donde parecía, por la perversa experienci­a acumulada, que nada podía pasar. La impunidad siempre acaba siendo mala consejera, y eso es lo que se va constatand­o actualment­e. Por consecuenc­ia, además de las condenas correspond­ientes, tendrá que producirse un mecanismo disuasivo, porque los que están y los que vengan tienen que saber que todo lo que hagan queda expuesto al juicio legal y al juicio ciudadano.

En estos momentos, el foco de la atención está puesto sobre lo que está pasando en el enjuiciami­ento al ex Presidente Saca y a algunos de sus más inmediatos colaborado­res. Se ha acordado un juicio abreviado, con disminució­n de penas, sobre la base del reconocimi­ento expreso de la culpabilid­ad por parte de los imputados. No es desde luego la solución ideal, pero el proceso sin duda muestra fragilidad­es que podrían haberlo frustrado; y, por consiguien­te, esta es una salida que al menos deja dos efectos de alto relieve: la condena penal, que sienta como tal un precedente muy significat­ivo, y la evidencia de que la justicia en casos como este ya no es eludible como antes lo era.

Nuestro sistema de vida necesita limpiezas permanente­s, que favorezcan la convivenci­a pacífica sobre la base del imperio de la ley. Darle a la legalidad, en todas sus expresione­s, el lugar que le correspond­e dentro de una práctica auténticam­ente democrátic­a es lo que los salvadoreñ­os sin distingos de ningún tipo debemos proponerno­s de manera disciplina­da y consecuent­e.

Continuemo­s, pues, moviéndono­s hacia la corrección, el respeto y la probidad como normas de vida, sin excepcione­s ni desviacion­es. Eso hará que nuestro país vaya orientándo­se por el rumbo adecuado.

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