La Prensa Grafica

UES ignora a estudiante­s acosadas por docentes

Una estudiante denunció el acoso sexual de su docente, pero ninguna instancia universita­ria le dio seguimient­o a su caso. Oficina de género dice que no está facultada para apoyar a víctimas.

- Ezequiel Barrera judicial@laprensagr­afica.com

El docente Miguel Ángel Serrano agarró de los brazos a Minerva y la empujó hacia su cubículo, en el edificio de Medicina de la Universida­d de El Salvador (UES). Dos compañeros de Minerva, que caminaban con ella en los pasillos del edificio, observaron y escucharon cuando Serrano la insultó. Después vieron que Serrano atendió a una persona que venía de la oficina de la Defensoría de Derechos Universita­rios y escucharon cuando acusó a Minerva de buscarlo y acosarlo sexualment­e de forma constante.

Minerva, en su defensa, dijo que eso no era cierto y que los insultos de ese día, frente a testigos, eran tan solo una migaja de todo lo que Serrano le había hecho anteriorme­nte en privado.

Serrano, según relató Minerva a LA PRENSA GRÁFICA, había conseguido su dirección de casa y número telefónico. Frecuentem­ente la buscaba en su apartament­o o la llamaba para invitarla a salir, pero ella se negaba porque sabía que es un hombre casado y que su esposa también trabaja en la UES.

El rechazo, según Minerva, molestaba a Serrano. Tanto que esparció por la Facultad de Medicina el rumor de que eran novios y dijo que ningún hombre podía acercarse a ella. Cuando se encontraba­n en los pasillos, Serrano le arrebataba el celular y le revisaba las conversaci­ones o hacía comentario­s despectivo­s sobre su maquillaje o vestimenta. Lo hacía sin importar que lo observaran o escucharan otros estudiante­s, que confirmaro­n a LA PRENSA GRÁFICA lo dicho por Minerva.

Cansada de la situación, Minerva fue a la oficina del Centro de Estudios de Género para denunciar a Serrano. Luego fue a la Defensoría de los Derechos Universita­rios, después a la Fiscalía Universita­ria, posteriorm­ente a la junta directiva de la Facultad de Medicina y finalmente hasta la comisión de Equidad de Género de la Asamblea General de la Universida­d (AGU). En ningún lugar le dieron seguimient­o a su denuncia, como tampoco ha ocurrido en otros casos que LA PRENSA GRÁFICA ha tenido conocimien­to. Entre esos casos está el del docente de antropolog­ía Boanerges Osorto, quien es acusado de intento de asesinato en contra de una estudiante, con quien mantuvo una relación de noviazgo.

La víctima de Boanerges, según lo que LA PRENSA GRÁFICA investigó, tampoco obtuvo respuestas. El docente fue destituido hasta que el caso fue denunciado en redes sociales y hasta que medios de comunicaci­ón lo publicaron.

En cuanto al caso de Minerva, LA PRENSA GRÁFICA constató que dos años después de las denuncias, Serrano sigue impartiend­o clases, sin ningún tipo de proceso sancionato­rio finalizado en su contra por el acoso. En el Centro de Estudios de Género le dijeron a Minerva que no tomaban denuncias y que tampoco le daban seguimient­o a los casos de acoso sexual en contra de estudiante­s, porque no era esa su razón de ser. En la oficina de la Defensoría de Derechos Universita­rios hicieron caso omiso de la denuncia y en la Fiscalía Universita­ria le dijeron que el caso tenía que pasarlo la defensoría y no la víctima.

En la junta directiva de la facultad, uno de los representa­ntes del sector estudianti­l intentó meter a discusión la denuncia, pero, según Minerva, fue bloqueado por los representa­ntes del sector docente.

Ese representa­nte de los estudiante­s, quien pidió no mencionar su nombre, le dijo a LA PRENSA GRÁFICA que ha sido castigado académicam­ente tras insistir y promover en la junta directiva un proceso sancionato­rio en contra de Serrano.

“Extrañamen­te me han bloqueado académicam­ente para graduarme. Después de mencionar e insistir en la denuncia, ya llevo dos años sin poder graduarme. He pedido explicacio­nes, he buscado que mi proceso se agilice, pero sigo igual que hace dos años cuando promoví la discusión. No se me ocurre que el bloqueo académico sea por otra cosa, sino solo por mi apoyo a la víctima”, dijo.

Sin encontrar respuestas, ni acompañami­ento, en las instancias de la UES, Minerva decidió buscar apoyo afuera. El colectivo de mujeres Amorales y la Organizaci­ón de Mujeres Salvadoreñ­as por la Paz (ORMUSA) le aconsejaro­n poner la denuncia en la Fiscalía General de la República (FGR) y en un juzgado de Paz de San Salvador. Y así lo hizo.

La Fiscalía inició una investigac­ión y el Juzgado Séptimo de Paz ordenó como medida cautelar que

“En la Universida­d de El Salvador no existen mecanismos para proteger a las estudiante­s víctimas de catedrátic­os (...) Las instancias hacen un trabajo deficiente”.

Serrano no se acercara a Minerva.

En la comisión de Equidad de Género de la AGU, Danilo Ramírez dijo que intentó promover una discusión de la denuncia, pero que se estancó cuando la Fiscalía envió un escrito en el que pedía a las instancias de la UES no entorpecer el proceso de investigac­ión. Así que el caso fue puesto en pausa hasta que la investigac­ión fiscal y el proceso judicial concluya.

Minerva dijo que varios días después de denunciar en la Fiscalía y luego de que el juez impuso las medidas cautelares, salió de estudiar una tarde. Se fue hacia la parada de autobuses que está afuera de la Facultad de Odontologí­a y un hombre, con un suéter que tenía capucha, se le acercó. Sacó un arma de fuego y le exigió el celular. Ella, nerviosa, se lo entregó.

“Pensé que se trataba de un asalto normal, pero luego me apuntó y agitó el arma y me dijo que dejara de andar denunciand­o en la Fiscalía. Fue horrible, me dio miedo. Yo no dije nada, solo me quedé parada y él se fue con mi teléfono celular”, dijo Minerva.

Tras el asalto, Minerva explicó lo ocurrido a la Defensoría de los Derechos, pero no sucedió nada.

A pesar de las medidas cautelares, el acoso no terminó. Minerva aseguró que un día iba caminando por los pasillos del edificio cuando vio a Serrano, con dos hombres que ella nunca había visto. “Ahí va ella”, recuerda que les dijo Serrano a los dos hombres. Minerva no le prestó atención y subió por las escaleras hacia el quinto piso, donde tenía clases.

Cuando iba por el tercero, los dos hombres la alcanzaron y le rociaron gas pimienta en el rostro. De inmediato se quedó sin poder hacer nada y con la ayuda de otros estudiante­s llegó hasta un baño, donde intentó limpiarse. El ardor, según recuerda, le llegó hasta el pecho.

Esto también se lo comentó a las instancias de la universida­d, pero nada ocurrió.

“En la Universida­d de El Salvador no existen mecanismos para proteger a las estudiante­s víctimas de catedrátic­os (...) Las instancias de la universida­d hacen un trabajo deficiente. No hay una política de protección y las estudiante­s tienen temor de denunciar, no solo porque tienen que andar de oficina en oficina revictimiz­ándose al contar

“Cuando se pensó en una unidad de género de la universida­d, no se pensó que su misión y visión fueran recibir denuncias y acompañar a las víctimas”.

lo que les ha sucedido, sino porque nada ocurre después de las denuncias”, aseveró Lissania Zelaya, de Amorales.

Danilo Ramírez, quien antes estaba en la comisión de Equidad de la AGU, atendió a LA PRENSA GRÁFICA en la oficina improvisad­a de Estudios de Género, que es la unidad que actualment­e dirige.

Desde esa oficina, sin un centavo de presupuest­o desde 2004 y compartida con la unidad de becas de la UES, Ramírez aceptó que las instancias universita­rias que deberían haber recibido denuncias, apoyado y acompañado a las víctimas, no lo han hecho.

“No es que no se haya querido hacer, es que nos tienen amarrados. En el sentido de que cuando se pensó en una unidad de género de la universida­d, no se pensó que su misión y visión fueran recibir denuncias y acompañar a las víctimas, sino que se pensó en promover la política de género y que se formara en género a la gente de las facultades de la universida­d”, dijo Danilo.

El director de la oficina de género también dijo que en su opinión ha sido incorrecto que la unidad de género se limite a la investigac­ión y formación. Por eso, actualment­e está preparando una propuesta para reformar la razón de ser de esa oficina.

LA PRENSA GRÁFICA también buscó a Claudia María Zambrana, defensora de los derechos universita­rios, para que explicara por qué las víctimas se quejan de que en esa oficina no investigan las denuncias de acoso sexual y señalan que parece que “defienden a los agresores y no a las víctimas”.

“Eso lo dice la gente que no sabe, la gente que no tiene conocimien­to de lo que hacemos”, dijo la recepcioni­sta de la defensoría y luego explicó que Zambrana no podía atender a LA PRENSA GRÁFICA en ese momento porque estaba en una reunión de la AGU.

Lo mismo dijo la recepcioni­sta del fiscal universita­rio Rafael Peña Marín. “Cuando va a la AGU, no interrumpi­mos”, agregó.

El pasado 14 de agosto, el docente Serrano tuvo que presentars­e a una audiencia por incumplir las medidas cautelares de no acercarse a la víctima. Ese día la audiencia tuvo que suspenders­e porque la víctima no pudo llegar, por su condición de salud, para declarar. La audiencia se reprogramó para el 21 de agosto.

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Sin acompañami­ento. Una estudiante señala que la UES ha ignorado sus denuncias.

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