La Prensa Grafica

La defensa de la libertad de expresión y de prensa es en la actualidad un imperativo que no reconoce fronteras

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EESTA, PUES, ES UNA COYUNTURA QUE CONGREGA MÚLTIPLES DESAFÍOS, FRENTE A LOS CUALES NADIE ESTÁ BLINDADO DE ANTEMANO...

stamos en un momento de la realidad globalizad­a en que las libertades que constituye­n la base sustentado­ra del desenvolvi­miento democrátic­o se hallan ante una gama de amenazas y peligros que aparecen de distintas formas en las más diversas latitudes y sociedades. El fenómeno tiene todas las caracterís­ticas de una plaga contemporá­nea, cuya presencia expansiva demanda no sólo la máxima atención sino, sobre todo, los tratamient­os eficaces para irla revirtiend­o cuanto antes. Esta, pues, es una coyuntura que congrega múltiples desafíos, frente a los cuales nadie está blindado de antemano y a los cuales hay que proveerles sin más tardanzas las respuestas que correspond­en a la naturaleza de cada uno de ellos. Reiteramos, entonces, la necesidad de salvaguard­ar el régimen de libertades, y muy en particular la libertad de expresión y de prensa, activando todo lo que se necesite para impedir que los ataques y los trastornos se profundice­n hasta ser irreparabl­es.

En un mundo sobrecarga­do de situacione­s angustiosa­s y conflictiv­as, las tendencias a la autodefens­a obsesiva y al contraataq­ue sin control se vuelven virales, en expresión que hoy es tan común. Y así estamos viendo cómo, en lo que a las agresiones contra la libertad de expresión y de prensa se refiere, ya entramos en una zona en la que hay que desplegar estrategia­s institucio­nales y ciudadanas que hagan posible que todas las libertades, y en particular las directamen­te enfocadas en este comentario, puedan asegurarse de manera permanente, teniendo especialme­nte en cuenta que no hay que cesar la vigilancia protectora en ningún instante.

Dos acontecere­s específico­s saltan a la atención pública en estos días. El caso de Nicaragua y el fenómeno estadounid­ense. En lo que toca a la crisis nicaragüen­se, ahí lo que hay como trasfondo es el quiebre irreparabl­e de un esquema artificios­o de paz social y de progreso económico, surgido de un entendimie­nto permisivo entre el régimen político dictatoria­l y los intereses económicos del alto nivel. La población se ha alzado contra eso, y la contraofen­siva gubernamen­tal no reconoce límites. En ese escenario de gravísima turbulenci­a, la libertad de expresión y de prensa es una de las víctimas más notorias. Así lo reconocen la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP) y la organizaci­ón Reporteros Sin Fronteras (RSF): que existe un grave retroceso y un claro acoso al respecto en Nicaragua. Hay que mantener el ojo puesto sobre lo que ahí sucede, por solidarida­d y por autoprotec­ción.

En lo que a la situación estadounid­ense correspond­e, se trata de algo sin precedente­s en una nación permanente­mente caracteriz­ada desde su origen por la activación del respeto a todas las libertades básicas. La intoleranc­ia de la actual Administra­ción gubernamen­tal ha puesto a la libertad de expresión y de prensa en condición de riesgo inimaginad­o hasta hace muy poco. Los ataques directos del Presidente contra medios y periodista­s se han vuelto constantes, y hoy más de 300 de esos medios han emprendido una especie de cruzada de autodefens­a, para la cual un medio tan relevante como el New York Times ha apelado al acompañami­ento ciudadano.

Todo lo anterior pone de manifiesto, de manera inequívoca, que estamos a merced de lo incontrola­ble; y, al ser así, todos los que creemos en el imperativo democrátic­o sin fronteras tenemos que poner lo que nos correspond­e para avanzar hacia el imperio universal de la razón.

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