Ascensor fuera de uso afecta pacientes ISSS
La unidad que brinda tratamiento a enfermos renales, entre otras especialidades, funciona en un local rentado, debido a que se construye un nuevo edificio para el hospital regional.
Lourdes Juárez, de 25 años, baja nueve escalones y se detiene en uno de los descansos para llegar al primer nivel del edificio en el que se encuentra la Unidad de Nefrología del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) San Miguel. Toma aire y respira profundo, pues el esfuerzo de caminar 108 escalones en total la ha dejado exhausta y con el cuerpo tembloroso. En una semana Lourdes ha subido caminando hasta el séptimo piso en varias ocasiones porque el ascensor no funciona, primero para pasar consulta y luego para hacerse unos exámenes, sacar medicamento, obtener la orden para la nueva cita con su médico nefrólogo y realizarse el proceso de dialización que la mantiene con vida.
“Subir y bajar todas estas escaleras no es fácil, ni para una persona que está sana y mucho menos para nosotros que padecemos de una enfermedad crónica que nos debilita mucho. Yo he estado a punto de desmayarme, se me ha subido la presión del esfuerzo y quedo con el cuerpo tembloroso y adolorido”, cuenta la joven que tiene cinco años de padecer de insuficiencia renal crónica.
Su relato es compartido por otros derechohabientes del ISSS que tienen sus consultas y tratamientos en el séptimo nivel de un edificio privado en la ciudad de San Miguel donde funciona, de manera temporal, la Unidad de Nefrología.
Y aunque algunos pacientes son transportados en ambulancias o en vehículos particulares hasta el edificio, algunas personas no cuentan con transporte propio o con el dinero suficiente para pagar taxis y vehículos de alquiler, por lo que deben caminar hasta la zona donde se ubica la sala de espera y los consultorios médicos.
Eso vive José Alberto, de 62 años, quien viaja desde Jiquilisco, Usulután, junto a su esposa, dos veces por semana, para recibir sus tratamientos de hemodiálisis. Él afirma que no tiene dinero para pagar un taxi que lo transporte desde la terminal, pero destina alrededor de $17 en el pago de buses y microbuses que lo llevan desde su casa hasta San Miguel.
La falta de más recursos lo obliga a subir todos los escalones del edificio, aun a costa de su propia salud que, según cuenta, se resiente debido al esfuerzo que realiza todas las semanas. Sufre de taquicardias, dolores en las extremidades inferiores y cansancio extremo por el esfuerzo.
“Los que estamos en tratamiento cuando venimos a la consulta estamos hinchados e intoxicados, porque no hemos sacado las toxinas del cuerpo y cuando nos vamos estamos muy débiles debido al proceso de limpieza de la sangre al que nos sometemos. Por eso es urgente que se repare el ascensor”, aseveró el derechohabiente.