La Prensa Grafica

FINCA LA PROVIDENCI­A, OTRO MOTIVO PARA VISITAR ALEGRÍA

El camino del café conduce a extensione­s de terreno labradas con esmero y pasión que esperan obtener el mejor fruto. Caminé por sus pasajes naturales y me maravillé con las vistas que regala.

- Armando Urquillo turismo@laprensagr­afica.com

Bajando el camino de las cien gradas se encuentra esta propiedad, manzanas de terreno en las que no hay un solo espacio que no tenga un objetivo agrícola. Variedades de café, orgullo de los expertos, se extienden en alrededor. Cuentan que antes, hace cuatro años, era un barranco sin principio ni fin y ahora el café nuevo tiene esa edad, y en el centro de la plantación un espacio para la atención de los turistas.

La plataforma de madera de la zona se ubica en el lugar preciso y deja estampas del río Lempa, el embalse, Chalatenan­go y parte de San Miguel. Aquí fui testigo de la belleza de una tormenta en formación en el cielo del oriente.

Y a su paso descargar su fuerza, sus gotas hacia el suelo lleno de cultivos que lo agradecen.

Se ubica en casi un embudo, las olas de nubes se atraviesan una y otra vez sobre el terreno y riegan todo de blanco, dan frescas caricias a todos los testigos.

La casa de la finca es de inicios del siglo pasado, la base son rocas que forman una muralla, mezcla de lo rústico con finos detalles que encantan a cualquiera.

VUELO SOBRE FINCA LA PROVIDENCI­A

Desde aquí me elevé para conocer más del lugar. Los estanques de tilapia brillan hacia el cielo, ocultos desde la tierra por las matas de guineo, más allá los cacaoteros y frutales; y seguí hasta que la neblina cubrió todo con su frío blanco. La tierra produce tonos de verde en esta tierra fértil de Alegría.

Allá arriba volví a escuchar el canto de la sirena, aquella se esconde al pasar el cerro y hacia allá volví, hacia la laguna de Alegría.

Forcé la máquina, quizás más de lo que debía, para alcanzarla, pasé el cerro atravesand­o el valle. Por momentos las nubes no dejaban ver la ruta.

Pero ahí, de pronto, como una película, como un premio del camino, la estela blanca se hizo a un lado, se abrió la cortina y dejó ver la esmeralda.

Allá en el centro del cráter el verde de la laguna se mantiene y desde arriba más imponente todavía.

Lo vi todo desde un barranco convertido en atracción turística, un camino que refleja el esfuerzo de años con el objetivo de regalar una experienci­a natural a los turistas. Lo vi todo en la finca La Providenci­a del hostal y café Entre Piedras.

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