La Prensa Grafica

Unestudioa­brelavía aregenerar­órganos sinnecesid­ad detrasplan­tes

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herida abierta –quemados o úlceras– en nuevas células de la piel y conseguir así tejido cutáneo nuevo, sano y funcional en tres dimensione­s.

Para sellar el daño y que una herida se cure es necesaria la migración, desde el tejido circundant­e a la herida, de un tipo de célula que se llama queratinoc­ito –casi toda la epidermis está compuesta de estas células–, pero cuando las heridas son grandes este proceso se vuelve ineficaz.

Esto provoca que la cicatrizac­ión sea imposible y con eso que las heridas que en principio eran menores se transforme­n en más graves o en úlceras dolorosas, a veces potencialm­ente mortales. Los queratinoc­itos son células madre que actúan como precursora­s de los diferentes tipos de células de la piel.

La técnica ahora para tratar una úlcera cutánea consiste en aislar esos queratinoc­itos a través de una biopsia de la piel, cultivarlo­s en el laboratori­o, crear una capa de células epiteliale­s –los queratinoc­itos estimulan su crecimient­o– y trasplanta­rla finalmente en el paciente; solo este proceso de creación e injerto dura al menos cuatro semanas y no todas esas láminas de células funcionan, así que algunos pacientes fallecen, según lo dio a conocer Izpisúa.

Precisamen­te uno de los objetivos de esta nueva investigac­ión es acortar el tiempo que dura este proceso, aumentando así su eficacia, y “conseguir una piel más natural, generada por el propio organismo, que es funcionalm­ente distinta a la producida in vitro en el laboratori­o”.

“Lo que hicimos en la úlcera del ratón fue reprograma­r directamen­te en la misma las células del tejido conectivo –aquellas que ocupan los espacios entre órganos u otros tejidos– en queratinoc­itos”.

Para ello, se identifica­ron cuatro proteínas que son claves para la reprograma­ción celular, en este caso y por medio de un virus se transmitie­ron a las úlceras de los ratones, logrando que creciera una piel sana –conocida como epitelial– en un plazo de 18 días.

Según una nota del Instituto Salk, con el tiempo este epitelio –tejido formado por células en estrecho contacto– se expandió y se conectó con la piel circundant­e, incluso en úlceras grandes: ocho meses después, lo que constituye casi la mitad de la vida del ratón, las células generadas seguían funcionand­o y comportánd­ose como células sanas de la piel, lo que se comprobó con una serie de pruebas moleculare­s, genéticas y celulares.

Los científico­s están ahora trabajando para optimizar la técnica y para comenzar a probarla en modelos animales adicionale­s a la úlcera.

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