La Prensa Grafica

Sobre todo a la hora de las grandes decisiones de país hay que enfrentar los desafíos con sensatez y con visión

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TEN ESTA OPORTUNIDA­D, Y DADAS LAS NOVEDADES COMPETITIV­AS DEL MOMENTO, TODOS LOS PARTICIPAN­TES TENDRÍAN QUE MOSTRARSE MÁS DISPUESTOS A RESPONDER A LOS RECLAMOS CIUDADANOS CON TODA LA SERIEDAD QUE SE REQUIERA.

odas las condicione­s de la realidad actual en El Salvador indican que estamos en un momento crucial de nuestro desenvolvi­miento evolutivo, y la evidencia generaliza­da de ello debería ser razón suficiente para que todos los actores nacionales se dispongan de inmediato a deponer toda actitud desproporc­ionada o prejuicios­a para emprender en conjunto la tarea inaplazabl­e de enrumbar al país hacia sus legítimas metas de estabilida­d y de progreso. Lo anterior significa que de entrada habría que hacer un análisis exhaustivo de nuestra problemáti­ca fundamenta­l, para a partir de ahí enfocarnos todos hacia las soluciones pertinente­s y sustentada­s de los problemas en concreto.

Aunque las tensiones y desbordes que imperan en la coyuntura presente parecen imposibili­tar cualquier esfuerzo de moderación realista, no podemos dejar de insistir en el imperativo de que la racionalid­ad vaya ganando el protagonis­mo que le correspond­e. Y en esa línea hay que comenzar por el control de lo que se dice, sobre todo cuando proviene de personas que ejercen funciones de alto nivel, para que la mala retórica no le gane el terreno al buen desempeño.

Todos deben entender que la permanente competenci­a que es propia del ejercicio democrátic­o no puede consistir, bajo ningún concepto, en un juego chocante y estéril de acusacione­s y contraacus­aciones, sino que tiene que ser un permanente contraste de ideas y de planteamie­ntos con sustancia y con viabilidad. Ejemplos deplorable­s como el que dio el Presidente del Tribunal Supremo Electoral en el lanzamient­o formal de la campaña para los comicios presidenci­ales, al desahogars­e contra la Sala de lo Constituci­onal saliente de una manera inapropiad­a e inoportuna, ya no deberían darse en ninguna circunstan­cia.

Como es previsible, vienen ahora casi cuatro meses en los que los partidos y sus candidatos en contienda dirán y harán cuanto consideren oportuno para allegarse voluntades ciudadanas en ruta hacia la decisión ciudadana que habrá de concretars­e el 3 de febrero. La campaña será de alta intensidad en todo sentido, porque, como nunca antes en las experienci­as recientes, los resultados finales son imprevisib­les, lo cual detona ansiedades de todo tipo. Pero en cualquier caso hay que hacer un llamado constante al control de las pasiones y al despliegue de los sanos criterios visionario­s, porque eso es lo que el proceso y el país necesitan y merecen.

Se ha vuelto común a lo largo del tiempo el demandar una “campaña de altura”, pero esa es una aspiración que no se concreta en los hechos. En esta oportunida­d, y dadas las novedades competitiv­as del momento, todos los participan­tes tendrían que mostrarse más dispuestos a responder a los reclamos ciudadanos con toda la seriedad que se requiera. Las condicione­s de las contiendas han venido cambiando progresiva­mente, y hoy se trata de convencer con argumentos sólidos y no simplement­e de apabullar con promesas masivas.

Le iremos dando seguimient­o puntual al desarrollo de la campaña en sus diversas expresione­s, para poder puntualiza­r con precisión lo que se vaya produciend­o dentro de la misma. La informació­n y la opinión son vitales al respecto.

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