Iglesia reprocha falta de elección de magistrados
Iglesia católica espera que los diputados de la Asamblea Legislativa cumplan su deber.
“Aquí tenemos una falencia muy grave en el orden jurídico. Y si ya pasó tanto tiempo y ahora vienen acontecimientos como las elecciones, es muy triste”. JOSÉ LUIS ESCOBAR, ARZOBISPO DE SAN SALVADOR
El arzobispo de la Iglesia católica en San Salvador, José Luis Escobar, lamentó ayer que la Asamblea Legislativa todavía no ha elegido a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), y llamó a los parlamentarios a elegir personas idóneas al cargo. “Es una deuda, con todo respeto a los señores diputados, es una deuda con la población. Porque la elección de autoridades de segundo grado es una función importante, es un deber importante de ellos. Y el que no lo logren, qué triste”, expresó Escobar.
Hoy se cumplen 99 días sin que se haya elegido a los magistrados de la sala, en medio de acusaciones de negociaciones para colocar a personas de interés para algunos partidos. A eso se agrega que se acerca la elección del fiscal general de la república.
“Si después vienen más cargos, como el fiscal, lo que no deben hacer es eso de negociar cuotas de poder, tiene que prevalecer el bien común, el bien de la sociedad y elegir a personas que sean libres para que puedan administrar justicia”, enfatizó Escobar.
Reiteró que el orden jurídico no debe tener compromisos con grupos de poder ni con grupos políticos. “Primero Dios, yo no pierdo las esperanzas que cualquier día de estos vamos a tener la buena noticia, porque sería muy triste que avancemos de esa manera”, agregó el arzobispo.
Por otro lado, el líder católico en El Salvador aplaudió que la Asamblea superó el veto presidencial a las reformas a la ley orgánica de la fiscalía. “Si nos salimos del concierto de los países que cumplen con las leyes estamos perdidos. Yo no quisiera ni siquiera imaginar las consecuencias, sumándole a todo lo que estamos viviendo”, manifestó.
Aprovechó la conferencia de prensa de ayer para abogar también porque se respeten los derechos humanos de los migrantes, incluyendo los de la caravana que salió de Honduras rumbo a Estados Unidos.
Escobar y la Conferencia Episcopal de El Salvador asistieron el 14 de octubre a la ceremonia de canonización de san Óscar Arnulfo Romero, por lo que instó a la sociedad a poner por obras las enseñanzas del obispo mártir. Una de las cosas que son más notorias en el desenvolvimiento de la realidad de nuestros días es la creciente apertura de los espacios donde se mueven los distintos quehaceres del progreso nacional e internacional. Esto es efecto directo del despliegue globalizador, que se ha venido haciendo cada vez más patente desde el inicio de los años 90 del siglo recién pasado. En esto, como en muchas otras dinámicas propias de la contemporaneidad, nuestro país ha ido empalmando cronológicamente con el acaecer global. Así, allá en aquellos inicios de la última década del siglo XX, nosotros iniciábamos nuestro desempeño en el nuevo escenario sociopolítico luego de la firma del Acuerdo de Paz y el mundo estaba emprendiendo esta experiencia globalizadora que abriría otro nuevo escenario sin fronteras.
Dentro de tal ejercicio aperturista, también hay que considerar los cambios que se vienen dando en el área política, que por su propia naturaleza no podría ser ajena al impulso renovador que produce tantos efectos significativos. Y lo que se está viendo en los planos políticos es la irrupción novedosa de factores que ganan creciente notoriedad. Uno de ellos es la participación ciudadana y otro es el protagonismo social. Son dos expresiones paralelas, que se van visibilizando activamente. En el primer caso lo que estamos viendo es el reenfoque de la democracia participativa; y en el segundo, el reposicionamiento del accionar social bajo el concepto de responsabilidad. Temas muy específicos como el de la llamada responsabilidad social empresarial así lo destacan.
Todo esto que se está dando tanto en los ámbitos nacionales como en los niveles internacionales deriva de las nuevas condiciones de transversalidad que se manifiestan por todas partes. El mapamundi, que antes permanecía bajo secuestro de los superpoderes, hoy parece estarse liberando con energías propias. Y esto también representa un fenómeno de resocialización de la política, que como tal no tiene precedentes. Se trata, entonces, de un replanteamiento histórico que no es producto de ninguna ideología ni de ningún proyecto con nombre y apellido. Ahí está lo que es gran novedad del presente: la reivindicación espontánea de todos los procesos.
En nuestro país, lo anterior se va manifestando de manera inequívoca. Los salvadoreños, de la mano de nuestra realidad y de la realidad globalizada, vamos haciendo la ruta del renaciente destino nacional. En esa línea, el influjo de lo social cobra vida por obra y gracia de la voluntad ciudadana, que ahora se hace sentir y valer por todos los medios a su alcance, que la expansión de las comunicaciones tecnológicas reinventa cada día. Es un momento de alta creatividad, que debemos asumir como lo que es: el redescubrimiento de lo propio.
Durante los tiempos de la confrontación ideológica visceral entre comunismo y capitalismo, lo social estuvo contaminado por dicho conflicto artificioso. En nuestros días, lo social está asumiendo su identidad propia como energía gestora de vida en comunidad. Lo vamos viendo en el día a día, en forma de factor liberador que desde luego no se etiqueta como tal pero que funciona con el virtuosismo que posibilitan los nuevos tiempos.
El Salvador vive un período evolutivo de alta intensidad; y eso tendría que ser el mejor estímulo para extraer energías de cualquier frustración y para sacar fuerzas de flaqueza, como dice la sabiduría popular. No es hora de quejas ni de autoflagelaciones, sino de apuestas vivas y de anhelos recuperados.
Veamos y sintamos nuestro proceso en clave positiva, porque así como hay cosas malas por corregir hay cosas buenas por estimular. Los salvadoreños nunca hemos dejado que las adversidades nos derroten, y esa lógica es la que hay que mantener en pie.
Los ciudadanos estamos recuperando día tras día nuestro rol como sujeto básico de la vida nacional, y tal rehabilitación es irreversible.
Y en esa conciencia está el foco de la responsabilidad social que nos anima.