La Prensa Grafica

Una familia lucha para seguir la caravana migrante

Salieron de Honduras empujados por la insegurida­d y las condicione­s económicas, pero el camino es complicado.

- mundo@laprensagr­afica.com

Joel Eduardo Espinar y su familia tenían 15 días viajando y sufriendo; y aún tenían que atravesar todo un país antes de llegar a Estados Unidos. Dos semanas antes, huyeron desde Honduras y se unieron a una caravana de migrantes centroamer­icanos que serpenteab­a hacia la frontera. Ayer, a las 3 de la madrugada, intentaban avanzar por una carretera del sur de México en la oscuridad de la noche. Pero Jason, de 11 años, se quejaba de dolor de estómago tumbado en un andén de la vía. Su hermana Tifany Diana, de 12 años, estaba sentada a su lado con la cabeza entre las rodillas. El bebé, Eduardo, estaba en su cochecito ardiendo por la fiebre, con los ojos llorosos y la nariz goteando. La esposa de Espinar, Yamilet Hernández, no podía quitarse una molesta tos y el dolor de garganta.

Así, este agricultor hondureño y su esposa vieron cómo docenas de compañeros de viaje se apuraban para subir a los camiones que se detuvieron para ayudar a la caravana. Cientos más habían partido a pie a las 2 de la madrugada, comenzando pronto la que sería la jornada más ambiciosa de su caminada desde que ingresaron en México, con la vista puesta en llegar a Arriaga, a unos 100 kilómetros por la costa.

La familia de Eduardo, según dijo, procede de La Conce, en Olancho, que es una de las zonas más violentas. Durante más de dos décadas fue un centro del narcotráfi­co con pandillas enfrentada­s. Espinar cuenta que cuatro amigos murieron apuñalados y a su esposa le robaron dos veces a punta de navaja.

Sobrevivir allí era cada vez más difícil en todos los aspectos. Espinar, de 27 años, creció en La Conce y dejó la escuela en quinto grado para trabajar con su padre

cultivando sandías que luego se enviaba a Estados Unidos. En los dos últimos años, los precios se dispararon y se hizo imposible criar a sus hijos con su salario semanal de 1,500 lempiras hondureñas ($62).

Tifany Diana tuvo que dejar la escuela porque la familia no tenía para pagar la matrícula. Jason no llegó a ir. Su esposa vendió el televisor para comprar comida. Yamilet, de 37 años, preguntó cómo obtener una visa para Estados Unidos a un amigo que consiguió una, pero se dio cuenta de que no cumplía los requisitos. No tenían tierras en propiedad, ni una cuenta en el banco ni un empleo estable.

Es una cadena de noticias hondureña informó sobre una caravana de migrantes que se dirigía hacia la frontera estadounid­ense. Espinar compró cinco boletos de autobús y llegaron a Santa Rosa de Copán.

La caminata fue dura: siete horas un día, cinco horas el siguiente. En el decimoquin­to día, tras perder a gran parte de la caravana, volvieron a salir a pie bajo la luz de la luna poco antes de las 3 de la madrugada. A las 7, tras cuatro horas andando, llegaron a un control migratorio mexicano y descansaro­n.

Yamilet decidió que no había forma de llegar a su destino caminando. Encontró un camión de mercancías donde los migrantes les ayudaron a subir el cochecito y a sus otros dos hijos.

Se hacinaron en la parte trasera con más de un centenar de personas. El conductor dejó la puerta abierta para que no se asfixiasen. Luego de dos horas de viaje, se bajaron en las afueras de Arriaga y, una hora más tarde, entraron caminando en la plaza principal. Durmieron durante tres horas.

Espinar había oído que el Gobierno de Estados Unidos estaba endurecien­do las restriccio­nes sobre el tipo de casos que pueden calificar a un solicitant­e para obtener asilo y que estaba enviando soldados a la frontera para enfrentar a la caravana.

Su plan es pedir asilo en lugar de cruzar la frontera de forma ilegal. “Me da un poco de miedo de qué pueda pasar cuando lleguemos a la frontera de Estados Unidos”, señaló. Su hermano, que ahora vive en Miami y lleva un dispositiv­o de monitoreo en el tobillo mientras se resuelve su caso de asilo, dijo que rezaría por él. Byron Espinar sabe que Trump podría intentar bloquearle­s el camino. “Pero Dios es más grande y estamos con Dios”, manifestó.

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ESPERANZA. ANTE LAS DRÁSTICAS MEDIDAS ANUNCIADAS POR DONALD TRUMP, HONDUREÑOS DICEN QUE “DIOS ES MÁS GRANDE”.
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Asilo. El plan de la familia es pedir asilo en lugar de cruzar la frontera de forma ilegal.
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MEDIDAS. EL PRESIDENTE DONALD TRUMP HA ANUNCIADO QUE REFORZARÁ CON MILITARES LA FRONTERA ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS.
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Migrantes. La caravana de migrantes centroamer­icanos sigue con su objetivo de llegar a Estados Unidos.

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