Los mensajes que les está enviando la realidad a las fuerzas políticas de cara a las elecciones que se avecinan
Los salvadoreños vamos descubriendo, con lentitud pero en forma constante, que nos movemos inevitablemente en ruta de avanzada, pese a las diferentes resistencias y a los múltiples obstáculos que se presentan en el camino. En ese marco la idea del progreso va ganando terreno, y ya nadie puede sacarla de la primera línea de los movimientos humanos hacia adelante. Al respecto, vienen como anillo al dedo los conceptos contenidos en un texto ya clásico de 1932, “Ensayos sobre el progreso”, cuyo autor es el filósofo español Manuel García Morente. Dice en uno de sus párrafos: “Debemos, pues, distinguir en la naturaleza dos grandes grupos de transformaciones o cambios: aquellos que se producen en virtud de las leyes solas de la naturaleza y aquellos que se producen en virtud de las leyes naturales, pero intervenidas, seleccionadas, dirigidas por una actuación inteligente, que las dispara, las conjuga o las contiene en vista de un propósito. Es evidente que el progreso sólo puede predicarse de este segundo grupo, el de las transformaciones o cambios gobernados por una actividad inteligente”.
¿Cómo empalma lo anterior con el enunciado de esta columna? Pues en el hecho de que justamente la idea que debe estar en el centro, tanto de la campaña como de la gestión posterior, es la idea de progreso, porque así lo determina la dinámica misma de la realidad en que estamos cada vez más inmersos. Y la realización de la idea de progreso va siempre regida por la inteligencia. García Morente, en su texto, lo grafica de modo elemental: “Que un árbol frutal en el bosque ofrezca al salvaje este año más y mejores frutos que el año anterior, no es progreso, sino proceso. Pero que un árbol frutal en el huerto rinda al hortelano perito y laborioso cada vez más y mejores frutos, esto sí es progreso”.
En este momento, lo que esa realidad nos está demandando a todos con creciente apremio es que vayamos sustituyendo las prácticas mecánicas por las dinámicas inteligentes; es decir, que avancemos hacia la noción efectiva de progreso, que es la única que habilita de veras para administrar presente y para propiciar futuro. Y todo esto hay que reflejarlo creativamente en el accionar político, porque en él se van definiendo y concretando las iniciativas del progresismo en movimiento.
La coyuntura histórica de El Salvador de nuestros días está principalmente pilotada por la noción de progreso, la cual se halla cada día más presente en el ánima y en el ánimo de la ciudadanía; esto no ha tenido ni tiene la debida correspondencia en las concepciones y en los procederes políticos, y ahí está una de las fuentes más visibles de la frustración y del malestar que tanto pesan hoy en el ambiente. Si el progreso es lo que realmente importa, los mensajes políticos tienen que asumirlo en toda su significación y magnitud. Y esto va íntimamente vinculado con otras dos nociones básicas: inteligencia y movimiento. Inteligencia para analizar y proponer, y movimiento para convencer y motivar.
Es por ello que el viejo método de ofrecer sin fundamentar la viabilidad y la concreción de lo que se ofrece no sólo ya no sirve para atraer voluntades sino que es contraproducente a la hora de consolidar apoyos. La frustración, por supuesto, tiene otras vías para lograr sus propósitos, y eso es lo que hoy estamos percibiendo con intensiva evidencia y con no pocas ansiedades.
Está por verse si en las pocas semanas que quedan para que llegue el día de los comicios es factible hacer giros estratégicos sustanciales de cara a la percepción ciudadana. En todo caso, el esfuerzo habría que emprenderlo sin perder ni un minuto. Cualquiera que sea el resultado en las urnas, lo que está en juego es la viabilidad nacional en sus diversas expresiones.
Los salvadoreños, en esta coyuntura y en cualquier otra que venga, debemos comprometernos con el destino del país, que en definitiva encarna en cada uno de nosotros. Y eso no se puede dejar a la buena de Dios, como ha venido pasando.
El progreso integral y general tiene que ser la meta compartida, ahora y siempre. Y para alcanzar dicha meta hay que tener activos los pies sobre la tierra y la mirada puesta en el horizonte.
SI EL PROGRESO ES LO QUE REALMENTE IMPORTA, LOS MENSAJES POLÍTICOS TIENEN QUE ASUMIRLO EN TODA SU SIGNIFICACIÓN Y MAGNITUD. Y ESTO VA ÍNTIMAMENTE VINCULADO CON OTRAS DOS NOCIONES BÁSICAS: INTELIGENCIA Y MOVIMIENTO. INTELIGENCIA PARA ANALIZAR Y PROPONER, Y MOVIMIENTO PARA CONVENCER Y MOTIVAR.