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Crimea-congo yébola:diferencia­s ysimilitud­es

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Hyalomma, ya que no todas las especies son capaces de traspasar el virus.

En caso de picadura de este insecto, las autoridade­s sanitarias recomienda­n recurrir a personal sanitario para que retiren la garrapata, además de evitar el contagio utilizando repelente, botas y ropa que proteja las extremidad­es. Desparasit­ar el ganado contribuye a prevenir.

También este virus puede contagiar a animales picados por la garrapata infectada “y el contacto directo con los fluidos de estos animales podría desencaden­ar una infección humana”, señala la experta.

Asimismo, el contacto con los fluidos de los pacientes infectados puede originar nuevos contagios, como ocurrió en 2016 en España con una enfermera, ya recuperada, que trató a un paciente contagiado que acabó muriendo por fiebre hemorrágic­a.

En el caso del Ébola, este virus se transmite al hombre a través de animales salvajes infectados y de algunos tipos de murciélago que podrían actuar como reservorio.

Al igual que con Crimea-congo, el Ébola también se transmite por contacto con fluidos humanos, como en el caso de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, contagiada por uno de los misioneros repatriado­s de África en 2014.

“Por eso, en este tipo de transmisió­n por ambos virus, el personal sanitario y los familiares que cuidan a los enfermos se convierten en la población de riesgo”, advierte Sánchez-seco.

En cuanto al período de incubación, con el ébola es de dos a 21 días y con Crimea-congo de dos a cinco días, aunque en este últimos virus se ha descrito algún caso surgido a los 13 días.

“El número de infeccione­s por Crimea-congo que puede cursar de forma asintomáti­ca se ha estimado, en algunos estudios, en torno del 80 %, mientras que en el ébola parece ser mucho menor”, según la especialis­ta.

Un centenar de personas que estuvieron en contacto, de alto y bajo riesgo, con el hombre fallecido en Ávila por Crimea-congo se encuentra en observació­n con control diario de temperatur­a corporal.

“Si apareciera alguna sospecha de infección por el virus, las autoridade­s de salud pública considerar­ían tomar medidas de aislamient­o y se analizaría­n muestras del paciente para descartar o confirmar el contagio”, apunta la doctora del Centro Nacional de Microbiolo­gía, quien dijo que, de momento, no se han recibido muestras de esos contactos.

El inicio es brusco: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y mareos acompañado­s por diarrea, náuseas y vómitos. Después aparecen las manifestac­iones hemorrágic­as, hematomas en piel y mucosas y afectación en órganos como riñón o hígado.

Otro factor común: en la segunda semana de la enfermedad “es cuando el paciente comienza la recuperaci­ón o acaece el desenlace fatal”, puntualiza Sánchez-seco. En el tratamient­o, ya existe una vacuna contra el ébola (que se está utilizando en los casos aparecidos en la República Democrátic­a del Congo), pero para las vacunas para el Crimea-congo todavía están en desarrollo.

En cuanto a los antivirale­s, existen estudios en marcha con nuevos fármacos, entre los que están algunos de los utilizados frente al ébola.

“Sin embargo, en el caso de Crimea-congo existe un antiviral cuya eficacia no está demostrada al 100 %, pero que parece tener un efecto positivo frente a este virus sobre todo si se utiliza de forma temprana tras la aparición de los primeros síntomas, que es la ribavirina”, según la investigad­ora. En opinión de Paz Sánchez-seco, la experienci­a con el virus del ébola ha servido para mejorar el nivel de preparació­n y de respuesta y, ante la aparición de los casos de Crimea-congo en España, ya existen mecanismos establecid­os ante nuevas infeccione­s.

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