LAGUNA DE
Su agua es pura, de azul intenso; conocía los ranchitos de su orilla: esos que ofrecen chicharrones de tilapia (la especialidad de la casa), viajé en sus embarcaciones estridentes alrededor de su extensión: 1.5 manzanas de vida. Pero esta vez pude conocer
Este es el viaje por la laguna de Apastepeque, en el departamento de San Vicente. Dejando la carretera Panamericana a la altura de kilómetro 65 se encuentra este espejo de agua de origen volcánico. Rodeado de terrenos de cultivo, la laguna emerge con su azul esmeralda.
Rodeé su circunferencia y descubrí que se trata de un bosque húmedo, y los árboles como la ceiba, maquilishuat y cedro real viven sumergiendo sus raíces en las aguas de la laguna.
Anteriormente fue un cerro y los antiguos le bautizaron como Apastepeque, que significa “cerro de las vasijas grandes” o “cerro de los alabastros”.
Hacia el sur, la laguna mira al volcán de San Vicente, orgullo de la ciudad. Testigo de todo lo que se desarrolla en ella.
Desde arriba los intentos de simetría del hombre y sus cultivos se quedan cortos ante la pureza de sus aguas, reflejo del viaje de las nubes y de la paz que ella transporta.
Nadie pareciera poder irrumpir su reposo de aquella tarde. La laguna descansa y sobre ella el NATURALEZA IMPRESIONANTE ritmo del cielo se dibuja, pintando paisajes que mezclan lo terrenal con lo divino.
Lo vi todo desde un bosque que brota de un espejo de agua de múltiples colores. Un sitio que nació de la violencia de la naturaleza, pero que ahora es reflejo de la tranquilidad que lo habita. Lo vi todo desde la laguna de Apastepeque. HISTORIA