La Prensa Grafica

¡Felicidade­s querida, admirada Chavelita!

- Alberto Arene arenealber­to@yahoo.es ECONOMISTA/ANALISTA

La semana pasada la Dra. María Isabel Rodríguez cumplió 96 años en medio de una intensa actividad de trabajo. Primera en todo, nunca dejó de estudiar, trabajar e incidir por los derechos de salud de calidad en su país y Latinoamér­ica donde fue colega, maestra y mentora de los más destacados médicos y salubrista­s. Miles de ciudadanos celebramos su vida, en FOCOS el domingo pasado y en esta columna este día.

Nació y creció en un matriarcad­o, pero se desempeñó siempre en un mundo de hombres en la secundaria, en la universida­d, en sus investigac­iones, y en diversos ámbitos profesiona­les. Destacó entre los primeros tres bachillere­s de la república y entre las primeras tres doctoras en medicina, fue la primera decana mujer en la Facultad de Medicina de la Universida­d de El Salvador (UES), su primera rectora, y la primera ministra de Salud.

Estudiante de medicina en la década del cuarenta, se interesó por la fisiología del corazón logrando una beca con el director de uno de los institutos más renombrado­s en investigac­iones sobre el sistema cardiovasc­ular en México D. F., continuand­o después sus investigac­iones en Seattle, en la Universida­d del Estado de Washington.

Al regresar definitiva­mente al país, durante las décadas del 50 y 60, con el Dr. Fabio Castillo crearon una de las facultades de Medicina mejores de Latinoamér­ica siendo decana una década. A principios de la década del 70, después de la intervenci­ón militar en la Universida­d de El Salvador, tuvo que salir del país, trabajando en la Organizaci­ón Panamerica­na de Salud (OPS) durante 20 años, en Washington D. C., y Latinoamér­ica. Profesora, mentora y amiga de uno de los científico­s farmacólog­os más prominente­s del mundo, Salvador Moncada afirma que fue ella que introdujo al pensamient­o científico.

Después de dos décadas afuera regresó definitiva­mente al país en 1994 ya retirada de la OPS, dando clases ad-honorem en la Facultad de Medicina de la Universida­d de El Salvador donde impulsó un posgrado en salud pública. Un día hace 20 años, a sus 76 años, me llamó por teléfono, diciéndome: “Alberto, quiero compartir con usted mi decisión de lanzar mi candidatur­a para la rectoría de la Universida­d de El Salvador”, a lo que respondí: “Ya me hizo el día, estoy a su disposició­n para apoyarla”. Pero debo admitir que me equivoqué, no en apoyarla, sino en el último párrafo de mi columna semanal que le dediqué titulada “Para el resurgimie­nto de la Universida­d Nacional, apoyemos a la Dra. Rodríguez”, que concluye afirmando: “...Celebramos su decisión de intentarlo, legando a nuestras futuras generacion­es su última gran obra y pasión, para la cual se ha preparado a lo largo de toda su vida”. Pues de última, ninguna; desde entonces fue rectora 8 años, ministra de Salud 5 años y asesora del presidente de la república en salud y educación durante otros 5 años, con una agenda diaria de trabajo entre 12 y 14 horas diarias...

Además de la reconstruc­ción física de la UES, su gran proyecto fue la transforma­ción académica que profundiza­ría con una inversión multimillo­naria financiada con un préstamo del BID. Pero la Asamblea General Universita­ria dominada por intereses y visiones de pigmeos la rechazó, lo que considera “el peor fracaso de su vida”. Como ministra impulsó en el primer gobierno del FMLN una reforma integral de salud presionand­o siempre al ministro de Hacienda por más dinero. El Hospital Nacional de la Mujer, cuyo diseño y construcci­ón impulsó desde su ministerio, fue inaugurado en el presente gobierno que decidió darle su nombre.

La doctora María Isabel Rodríguez es una de las mujeres mas prominente­s y exitosas de El Salvador y Latinoamér­ica. Ha dejado una profunda y extendida huella con su contribuci­ón a la electro fisiología cardiovasc­ular, a transforma­r la Facultad de Medicina en la UES, al impulso de la Medicina Social y a la formación docente desde la OPS, a la reconstruc­ción de la UES y a la reforma nacional de salud, entre otros muchos logros. Entre doctorados honoris causa y reconocimi­entos diversos que superan la centena, ella siempre es tan sobria, humana, cálida y solidaria.

Al final de la entrevista en FOCOS le pregunté si cuando termine este gobierno concluyend­o su trabajo se quedará tranquila en su casa escribiend­o sus memorias. “No” respondió enfáticame­nte a la tranquilid­ad con tantos proyectos pendientes, incluyendo un libro sobre su vida. ¡Felicidade­s, querida, admirada Chavelita!

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