Comedores buscan mermar el hambre infantil
Según Cáritas de Venezuela, el 56 % de los niños sufrió “déficit nutricional” el año pasado.
Un grupo conformado por madres y líderes comunitarios prepara diariamente alimentos que reparten a niños de escasos recursos en un comedor comunitario del populoso sector del oeste de Caracas, en un programa que adelanta la iniciativa Caracas Mi Convive y que se reproduce en 60 espacios en toda Venezuela. Al comedor del sector Carapita, ubicado en una pequeña vivienda, asisten 90 niños de lunes a viernes y ahí reciben un almuerzo que ayuda a atenuar la severa crisis económica que golpea a sus familias e impide a muchos hacer tres comidas diarias.
La casa donde funciona el comedor pertenece a Doris Salazar, una obrera de 57 años quien dijo a Efe que la prioridad es atender a los niños “más necesitados y a los que sus papás el dinero no les alcanza para nada”. También, explicó, reciben a dos ancianos y cuatro jóvenes embarazadas y lactantes.
Este comedor sirve de lunes a viernes un menú variado de 500 kilocalorías diseñado para cubrir los requerimientos nutricionales mínimos para un niño, según indicó Claudia Astor, de Caracas Mi Convive, organización que desde 2016 ha auspiciado estos espacios.
Astor detalló que además el menú está pensado para que los viernes y lunes los infantes “reciban alimentos más robustos, en vista de que los fines de semana no se les puede garantizar que coman”, por lo que también realizan un seguimiento de la alimentación fuera del comedor y del peso y la talla de cada niño.
Asistir al colegio es requisito obligatorio para estar en el comedor, por ello a la casa de Doris ingresan tandas de 20 niños en dos turnos, primero los que van a la escuela en las tardes y luego los que estudian por las mañanas, quienes antes de sentarse a la mesa a tomar sus alimentos reciben dos cucharadas de complementos vitamínicos.
“También les damos dos días a la semana un vaso de leche y los otros tres días lactovisoy (suplemento para el combate de la desnutrición materno-infantil) y fruta”, agregó Salazar.
“Me siento muy satisfecha porque los niños me ven en la calle y me abrazan, me dan besos. Eso para mí es una alegría porque a mí siempre me ha gustado trabajar con niños, me siento demasiado orgullosa y muy feliz”, agregó.