Hay que hacer todo lo posible para que nuestro país no salga perjudicado por las conflictividades globales
LTENEMOS QUE UBICARNOS EN EL ESCENARIO ACTUAL, PERO EVITANDO SIEMPRE QUE LO QUE SE HACE CON UNA MANO SE DESHAGA CON LA OTRA, PORQUE EL SALVADOR DEBE MANEJAR SU UBICACIÓN EN EL MUNDO GLOBAL SIN SESGOS NI DOBLECES, COMO PAÍS LIBRE Y ANSIOSO DE PROGRESO QUE SOMOS.
uego de venir de una era en que la conflictividad mundial estaba concentrada en un enfrentamiento tú a tú entre los dos superpoderes que dominaban el panorama internacional (Estados Unidos y la Unión Soviética), estamos hoy, desde hace tres décadas, en un escenario multipolar en el que nadie es capaz de imponer su ley por el sólo hecho de ser quien es, y en consecuencia hay un conjunto de tensiones de la más diversa índole, que no son controlables con la previsibilidad que se daba en tiempos pasados. La época de la globalización, que trae consigo aperturas sin precedentes, se caracteriza también por una imprevisibilidad a la que nadie estaba acostumbrado, lo cual exige mecanismos de manejo de nuevo estilo, que todos tenemos que ir aprendiendo en el camino.
Aunque hay muchos signos contrastantes, algunos positivos y otros negativos, lo que eso provoca es una intensificación de la incertidumbre internacional, que presenta incidentes casi cotidianos por obra de los choques en las más altas esferas del poder mundial. Para un país como el nuestro, que debe enfrentar situaciones internas tan peligrosas y desafiantes, hay una doble tarea, en todo caso muy delicada: emprender todos los esfuerzos conducentes a una mayor productividad y una mejor competitividad, para que podamos aprovechar las oportunidades que ofrece la dinámica globalizadora; y saber ubicarnos inteligentemente en ese escenario abierto, a fin de que los beneficios que todas esas aperturas hacen factibles se materialicen para nuestro país y para su gente.
Hoy más que nunca es imperativo actuar con inteligencia, en lo interno y en lo externo, para poder superar tanto los trastornos resultantes del mal manejo en las cuestiones nacionales como los peligros derivados de la conflictividad que se mueve en los ámbitos globales. Nunca antes habíamos tenido que enfrentar un reto semejante, y lo primero tiene que ser enfocarlo en su verdadera dimensión, para así poder encararlo con posibilidades de éxito. El Salvador ya no está encerrado en un nicho de marginalidad, como ocurrió por tanto tiempo, pues hoy todos estamos radicados abiertamente en el mapamundi, con las oportunidades y los peligros que eso significa.
Y en todo caso, nuestra actuación como país debe ser bien cuidada y muy responsable, para no caer en situaciones como la que acaba de darse en la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán y la apertura de las mismas con China Popular. Tenemos que ubicarnos en el escenario actual, pero evitando siempre que lo que se hace con una mano se deshaga con la otra, porque El Salvador debe manejar su ubicación en el mundo global sin sesgos ni dobleces, como país libre y ansioso de progreso que somos.
Estamos por entrar en una nueva fase política, y todos los elementos tanto nacionales como internacionales que se hallan en juego deben conjugarse para que lo que venga no sea, en ningún sentido, una apuesta en el vacío. Hoy más que nunca estamos compelidos a ser realistas y funcionales, para que la nación prospere con todas sus energías puestas al servicio del bien común.