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Don Francisco Calleja está a la cabeza de uno de los grupos empresariales de mayor trayectoria en El Salvador. El Grupo Calleja celebra este año su septuagésimo aniversario, y lo hace, entre otras cosas, con la apertura de su sucursal número 100. Es realmente necesario, primero, analizar de dónde venimos. Si uno recuerda la historia, no se cree lo que ha pasado. Mi padre, que fue la primera persona de la familia que tocó un supermercado y trabajó en él como colaborador. Mi padre trabajó en productos cárnicos en el primer supermercado que hubo en el país, en 1950. Desde entonces no se movió del tema de supermercados. Cuando yo regresé al país, en 1963, en diciembre serán 55 años de ello, decidimos que lo más acertado sería comprar el supermercado donde él trabajaba, que era el Selectos Caribe. Tuve la oportunidad en mi juventud, y a medida que iba creciendo, de ver de cerca qué era un supermercado, qué era el trabajo de un supermercado, y por qué mi padre estaba tan enamorado de ello. Desde muy joven, desde los 11 años, en vacaciones trabajaba en el supermercado, haciendo diferentes actividades, poco a poco le tomé el gusto. Ahora tengo 55 años de trabajar en la empresa y estamos celebrando siete décadas de que mi padre se inició en ello.
Es grato recordar lo que llamábamos el supercito, una pequeña sala con 11 colaboradores, que no recuerdo si esa cifra nos incluía a mi padre y a mí, y ahora ver cómo ese número ha cambiado paulatinamente a más de 7,000 colaboradores directos, y si sumamos más de 4,000 que los pagan los proveedores, son más de 11,000 colaboradores que estamos sirviendo a nuestra clientela. Recuerdo días difíciles cuando una cliente me decía: “Paco, salgo molesta porque no he encontrado tal producto, porque no me han atendido bien”, y yo pensaba: si ella sale y comenta su malestar y esto se corre entre sus amigas nos vamos a quedar sin clientela. En 1988 dimos ese paso grande. Mi padre murió cuando teníamos cuatro supermercados. Yo quisiera comunicarle a él, 44 años después de su muerte, cómo su empresa ha crecido. En 1988, en plena guerra, en plena crisis del país, decidimos comprar la cadena que competía con nosotros, el supermercado Todos, y allí prácticamente duplicamos el número de tiendas. Recuerdo que muchos de los amigos nos decían precisamente que era la locura más grande que se podía hacer en ese momento, que todo mundo estaba vendiendo, que cómo era que estábamos pensando en comprar e invertir, si el país no tenía futuro. Allí fue cuando se fortaleció la filosofía de la empresa: si se quiere una empresa que se desarrolle, hay que invertir, sin pensar si es en tiempos de crisis o en un buen momento. Esa filosofía se ha mantenido y hemos invertido de forma constante en momentos buenos, regulares y malos.