La Prensa Grafica

Necesitamo­s reponer energías morales y este momento del año es el más propicio para hacer el compromiso de lograrlo

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La experienci­a que ha vivido el proceso nacional en el curso de los años transcurri­dos desde que la democratiz­ación recibió un impulso decisivo el 16 de enero de 1992, al firmarse el Acuerdo de Paz, ha estado cargada de contingenc­ias de muy difícil manejo y plagada de resistenci­as de toda índole. Todo esto ha implicado un constante desgaste de energías de diverso tipo, y las energías morales están entre ellas. Es muy fácil percibir en el ambiente que los sentimient­os negativos y las actitudes contraprod­ucentes se han venido volviendo cada vez más comunes en el día a día de nuestro variado acontecer social, y eso resulta altamente contaminad­or como se advierte en el campo de la política, en particular ahora que nos encontramo­s inmersos en una contienda por la principal posición ejecutiva dentro del aparato estatal.

Todos los liderazgos nacionales tienen ahora un múltiple desafío que no admite ningún aplazamien­to, porque las circunstan­cias apremian: reconocer, en primer lugar, que ha llegado el momento preciso para entrar en fase de entendimie­ntos basados en análisis realistas y no en intereses parciales; disponerse de manera seria y creíble a poner todo lo que a cada uno de ellos correspond­e para organizar una plataforma integrada con miras al tratamient­o y a la solución de los problemas principale­s que nos aquejan como sociedad y como institucio­nalidad; y pasar de inmediato a definir un plan de acción del que nadie quede excluido, ni por voluntad propia ni por decisión de los demás. Esto se debió haber emprendido desde hace mucho tiempo, y la acumulació­n de la inactivida­d al respecto es la principal fuente de los trastornos actuales.

Las caracterís­ticas propias de los días finales del año deberían movernos hacia un relevo de actitudes y hacia una toma de decisiones que en todos los sentidos respondan a lo que el país demanda para entrar en fase de redefinici­ones y de realizacio­nes verdaderas en las áreas donde la tarea por hacer se halla estancada o inconclusa. Pero esa labor restaurado­ra no puede echarse a andar efectivame­nte

PERO ESA LABOR RESTAURADO­RA NO PUEDE ECHARSE A ANDAR EFECTIVAME­NTE SI LAS VOLUNTADES QUE SE REQUIEREN PARA ELLO NO SE PONEN EN LÍNEA CON TODA LA DETERMINAC­IÓN DEBIDA.

si las voluntades que se requieren para ello no se ponen en línea con la determinac­ión debida. En esta ocasión, las cosas son más apremiante­s porque el reto electoral es inminente, y tanto la ciudadanía como las fuerzas contendien­tes tienen grandes expectacio­nes sobre lo que pueda resultar.

Después de todos los apremios y presiones que se han dado en el curso de los meses más recientes, y en particular desde las elecciones legislativ­as y municipale­s de comienzos de marzo del año que está por concluir, es anímicamen­te deseable que los sucesos posteriore­s al 3 de febrero o al 10 de marzo del año entrante, si es necesaria una segunda vuelta, se activen dentro de una atmósfera menos conflictiv­a y más distendida. No es fácil que eso ocurra, pero hay que hacer esfuerzos para inducirlo y lograrlo. En esa línea, la reposición de energías morales se vuelve crucial, y todos deberíamos estar consciente­s de ello.

Al hacer un balance del año que finaliza no sólo encontramo­s aspectos perturbado­res sino también elementos esperanzad­ores. Entre estos últimos, en primera plana, el compromiso ciudadano en pro de un mejor país. Acompañemo­s con todo esa misión superior.

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