Cortadores de café resienten la caída del sector en El Salvador
Las ganancias de los cortadores de café están directamente relacionadas con la productividad de la finca. La clave está en el manejo espacial de los cafetos.
El sector cafetalero lleva varios años en crisis. Los más golpeados no son solo los productores, generalmente reconocidos como el eslabón más vulnerable de la cadena. En muchas zonas del país las cortas y los trabajos de mantenimiento de las fincas siguen siendo la principal fuente de empleo y la única alternativa antes de tener que migrar. Tras el incremento al salario mínimo se fijó en $1.62 el pago a los cortadores de café por cada arrobada recolectada, es decir, 25 libras. Esto significa que no es el tiempo sino la cantidad lo que determina la ganancia del que trabaja. A su vez, el productor gana de acuerdo con lo que entregue al beneficio y de acuerdo con los precios de la Bolsa de Nueva York, excepto en los casos de los que se dedican al mercado de alta calidad.
“Hay mucha gente que ya no quiere trabajar en esto, porque a veces no da para pagar todo. (...) Mejor se van a buscar a otro lado... auxiliares de albañilería, vigilantes, ganan más”, expresó Abel, mandador de una finca de Apaneca, quien pidió omitir su apellido. “Aquí nos quedamos los que verdaderamente no hallamos empleo en otra parte, pero sí nos da”, agregó.
Explicó que la clave es la productividad de la finca, para que el trabajador gane más, el productor también debe ganar más, lo que implica tener una finca trabajada. “Si ya nosotros tenemos una recolección de café como esta, gana el cortador y gana el patrón, o sea ganamos todos”, apuntó.
En la finca donde labora los cortadores pueden alcanzar a entregar 13 arrobas; sin embargo, en las que están “botadas”, con costo se llega a las 2 arrobas por día, es decir unos $3.24.
Juan Márquez, de Lean Coffee Management, explicó que se ha apostado por mantener una estructura productiva que consiste en sembrar en filas, con menos distancia entre cada cafeto, y dejando reposar a algunos árboles cada año. Hay una fila que está en plena cosecha, otro en poda y la tercera en recuperación. Este manejo permite tener una cosecha alta y no agota ni el suelo ni los árboles; con lo cual el grano no va a variar de un año a otro.
En el caso del café especial, se aplican filtros como el tamaño del grano, entre otros, además los compradores buscan proveedores cuyo café no vaya a variar en calidad de un año a otro, con lo cual es importante
pensar en la cosecha actual y en la futura.
“Antes había unos grandes palones, el café bien chiquitito, feo, estaba feo. Los palos con los grandes troncos bien viejos y ahora veo bien bonito”, reconoció María, de 46 años de edad, quien corta café desde los 13 y que también prefiere no proporcionar su apellido. El manejo adecuado facilita la recolección pues encuentran más granos en la misma rama y son más accesibles.
María solo trabaja durante las cortas, sus hijos sí trabajan en mantenimiento de fincas, aunque en muchos lugares, los productores han dejado de invertir a causa del escaso margen de ganancia.
“Las fincas han venido cayendo en deficiencia porque a veces los patrones se van a sacar créditos para meterle a la finca, pero al final no les da lo suficiente”, explicó Abel, y señaló que en algunos casos “el patrón pagó su crédito y le quedó su ganancia, pero si invirtió y no sacó ganancia, ya al siguiente año ya no quiere trabajar (...). Hay fincas que ya no las trabajan, entonces esa gente se queda sin empleo”.
Las cifras del Consejo Salvadoreño del Café (CSC) revelan como ha caído el empleo en el sector. En la cosecha 2012-2013 se generaron unos 86,500 empleos, estimando una plaza por 250 jornales. Un año después, cuando la roya golpeó con fuerza al país, el empleo del sector cayó a 35,000.
Desde entonces la cifra ha oscilado, para el ciclo 2017-2018 el CSC estima 45,255 empleos.
Carlos, de 15 años, explicó que “cuesta encontrar trabajo”, este año fue la primera vez que cortó café.
El 2013 fue el año en que la cosecha de café de El Salvador cayó de 1.7 millones de quintales a un poco más de 700,000, por efecto de la roya, un hongo cuyo impacto ha ido aumentando por el cambio climático.
“Hace 30 años, había otras variedades en la finca. Era más que todo borbón. Cuando ya vinieron los ataques de la roya, todos los caficultores trajeron otras variedades para reemplazar el borbón”, explicó Abel.
“Si todos los caficultores quisieran trabajar las fincas y se les diera una asesoría, se les puede decir que siembren café que la roya no lo ataque”, agregó.
El borbón es una de las variedades más comunes en el país y tradicionalmente es de las de mayor calidad; sin embargo, es vulnerable a la roya. Requiere de más inversión y trabajo, pero puede encontrar mejores precios si cumple las condiciones.
“Si algún día esto se acabaría, uno emigraría, buscaría en otro lado, pero a la edad que tengo para qué voy a estar buscando, si yo he aprendido, yo conozco de esto”.
ABEL, MANDADOR
“Antes había unos grandes palones, el café bien chiquitito, feo. Estaba feo. Los palos con los grandes troncos bien viejos. Ahora veo bien bonito”.
MARÍA, CORTADORA