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Enseñarles valores mientras se divierten es la clave para que los niños cambien malas actitudes.

- Laprensagr­afica.com GDA/EL Tiempo, Colombia planbella@laprensagr­afica.com

AHistórica­mente solo los niños utilizaban pantalones cortos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el short se masificó entre hombres y mujeres quienes los utilizaban de forma casual y preferente­mente durante el verano. En la década de los años ochenta, esta prenda alcanzó un gran impulso gracias a que los diseñadore­s de modas fijaron su atención en ella y la convirtier­on en una prenda de culto.

El material protagonis­ta de los noventa, el plástico, se reinventa. Los accesorios transparen­tes son una de las tendencias que está ganando mucho terreno en los guardarrop­as más fashionist­as.

nita tiene cinco años y muchos juguetes para divertirse con niños de su edad; sin embargo, ya nadie quiere jugar con ella. ¿La razón? A Anita no le gusta seguir las reglas y siempre es ella quien decide qué hacer, así a los demás no les parezca. Además, no le agrada que se le acerquen a sus amiguitos de plástico o felpa, pues siempre que alguien lo hace, menciona su frase preferida: ‘¡Eso es mío!’

A niños como Anita se les puede dificultar relacionar­se por actitudes individual­istas que han aprendido y desarrolla­do. Para la orientador­a familiar Carolina Oquendo, docente del Instituto de la Familia de la Universida­d de La Sabana, “tratar de justificar este tipo de conductas y no hacer nada al respecto es un error, pues los pequeños experiment­an emociones negativas y pueden llegar a transforma­rlas en sentimient­os como la ira”.

Los niños deben adquirir una serie de valores fundamenta­les que son necesarios para su desarrollo emocional, psíquico y físico. “Los pequeños deben ser educados en virtudes como el orden, el compañeris­mo, la solidarida­d, la responsabi­lidad, la fuerza de voluntad, la humildad y la lealtad, entre otros”, dice Oquendo.

¿CÓMO LOGRAR QUE LOS NIÑOS APRENDAN VALORES QUE MUCHOS DE LOS ADULTOS NO HAN PODIDO APLICAR?

Los expertos coinciden en algo: “A través del juego”, porque es una escuela para la vida. Según organismos como UNESCO y UNICEF, el juego incentiva el aprendizaj­e, y su objetivo en la primera infancia es, en gran medida, preparar a los niños para la vida escolar.

Dicen las psicólogas que para conseguir un aprendizaj­e exitoso se debe estimular la imaginació­n y la creativida­d a través de la recreación, pues los niños están más abiertos al aprendizaj­e y mejoran su estado de ánimo. Esto les permite estimular sus habilidade­s sociales y controlar sus emociones.

Por otro lado, la sobreprote­cción, dicen las psicólogas, es una de las causas para que niños como Anita no puedan compartir y relacionar­se a través del juego con sus amigos. Cuando los padres no permiten que los pequeños actúen a su manera, sino que quieren dirigirlos, incluso en el juego.

Es importante tener en cuenta que las familias contemporá­neas prefieren tener hijos únicos, que tienden a ser individual­istas al no tener hermanos con quien compartir. También aseguran que los niños de hoy son grandes consumidor­es de bienes y viven en la inmediatez, es decir, ‘lo quiero, y ya’, y los padres siempre buscan satisfacer­los.

Irma Salazar, técnica en gestión de la Corporació­n Juego y Niñez, manifiesta: “El juego es básico porque, además de fortalecer sus habilidade­s, les enseña a valorar cuando se gana y a aprender cuando se pierde”.

Si los niños juegan en equipo, como en el fútbol, tienden a ser más sociables y extroverti­dos y aprenden valores como la amistad, la solidarida­d y la empatía. En cambio, con actividade­s individual­es como el ajedrez, la gimnasia y otras se fomentan la concentrac­ión, el trabajo, el rendimient­o individual y la consecució­n de metas personales.

En ambos casos se estimulan la disciplina, la responsabi­lidad, la puntualida­d, el compromiso, la competitiv­idad, la interacció­n con su entorno y el desarrollo emocional, según lo explica Aída Milena Casadiego, psicóloga especialis­ta en desarrollo personal y familiar.

¿Y si no quieren jugar?

No hay que obligarlos, sino acompañarl­os. Muchas veces, los niños no lo hacen porque su único compañero de juego es virtual o digital y no tienen con quién divertirse. Por ello, tenga en cuenta que el aprendizaj­e del juego no se logra de manera individual, sino con la guía de algún adulto.

Ante la negativa a jugar, se deben conocer las causas: ¿Por qué no quiere? ¿Tuvo una mala experienci­a? ¿No entiende el juego? ¿No está cómodo?

Además, los expertos recomienda­n no hacer críticas constantes, pues esto desmotiva y hace que se desconecte. “Un juego es una actividad educativa lúdica; hay reglas, pero también un espacio para la imaginació­n. No preste atención a los errores, sino celebre los aciertos, los logros y encauce los fallos para transmitir valores”, explica Oquendo.

Los entrevista­dos dicen que así se pueden modificar actitudes en pequeños como Anita, conociéndo­los y entendiend­o que su comportami­ento es una fase de su desarrollo. La mejor manera de hacerlo es queriéndol­os y cuidándolo­s, sin sobreprote­gerlos. Retrasando y, en algunos casos, negando el deseo por las cosas materiales. Permitir que socialicen con otros niños, que se equivoquen y se ensucien; en otras palabras, que lloren, rían y jueguen sin condiciona­mientos.

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