“QUIEN GANE DEBE TENER SENTIDO DE PUEBLO”: R. CHÁVEZ
EL CARDENAL DIJO QUE EL PAÍS YA NO SOPORTA LO QUE ESTÁ VIVIENDO Y NECESITA CAMBIOS.
El 3 de febrero la población acudirá a votar para elegir a los próximos presidente y vicepresidente de la república. Ante eso, el cardenal Gregorio Rosa Chávez dijo que espera que el que gane tenga “sentido de pueblo” y quien sepa que el país, el cual está muy lejos de lo que soñamos, ya no soporta lo que está viviendo. En este contexto electoral donde hay cuatro fórmulas presidenciales contendientes, el obispo dijo que la gente debe de identificar ciertas características en los aspirantes a gobernar: tienen que ser creíble, confiables, con sensibilidad social, honrados y saber escuchar.
Asimismo, advirtió que es bueno que los ciudadanos estén bien informados, piensen en lo mejor para el país y analizar las distintas propuestas que hacen los candidatos presidenciales.
Lamentó que la campaña electoral esté marcada por ataques y descalificación entre los adversarios políticos y, además, hay indiferencia de la gente y reclamos para que las cosas se hagan diferentes.
Chávez expresó que el próximo gobierno tiene tareas urgentes que enfrentar, como son la migración, la pobreza, la inseguridad y el desempleo.
“Eso quisiéramos, que cualquier gobernante que llegue lo tome como su programa porque la gente está angustiada y siente que no tiene futuro y eso no lo podemos aceptar”, dijo.
Finaliza un año más y, para el cardenal, los servidores públicos tienen la deuda de recuperar la credibilidad y hacer un examen de conciencia de por qué la gente no les cree.
Mencionó que el país ha tenido buenos políticos pero que la mayoría ya no están.
“Hemos tenido buenos políticos, muy cercanos al pueblo, muy sensibles, desinteresados, capaces de escuchar, solidarios. Hemos tenido políticos así. Ya casi todos murieron y esos nos dejaron una lección: ser capaces de dialogar, de disertar, de negociar”, dijo el religioso católico. En El Salvador, desde hace mucho tiempo, por no decir desde siempre, se han venido dejando pendientes muchas tareas relacionadas con el funcionamiento del país en diversas áreas de su realidad. Nos referimos a cuestiones de la más variada índole, que van desde la conducción política hasta la gestión de los servicios públicos, pasando por temas económicos, sociales, culturales, internacionales y ambientales de todo tipo. Es como si se hubiera instalado en nuestro ambiente la tendencia irresponsable a dejar cabos sueltos por doquier, cuando no a desentenderse completamente de acciones que no son opcionales. El ejercicio democrático, que es ilustrador por excelencia, se viene encargando por su cuenta de evidenciar estas fallas, que ya se volvieron parte viva del listado de reclamos ciudadanos.
La sucesión de eventos electorales ocurridos a lo largo de la posguerra, desde que las elecciones presidenciales de 1994 se escenificaron ya con la participación de todas las fuerzas ideológicas en contienda legal, ha sido un muestrario muy elocuente de la forma en que la voluntad de la ciudadanía va asumiendo el rol que verdaderamente le corresponde. Al respecto, hay una notoria inconformidad ciudadana con el desempeño de las organizaciones partidarias en juego, y eso ha hecho que este 2018 haya traído perspectivas de nuevo cuño, con el correspondiente flujo de incertidumbres y de ansiedades que eso acarrea. Ahora se trata de que tanto los partidos como los gobernantes y los ciudadanos entren en fase de reflexión antes de cualquier decisión.
Cuando las incertidumbres y las ansiedades que acabamos de mencionar están en fase de ebullición, como sucede ahora mismo, lo que se impone es hacer inventario exhaustivo de lo que urge más en la línea de las correcciones y las recomposiciones que vienen al caso. Y hablamos de “inventario” porque la cuestión es saber qué es lo que hay que hacer y lo que no hay que seguir haciendo, para programarse en ese orden. Si 2019 se abre con el compromiso de pasar de la improvisación a la planificación, estaremos entrando en una etapa que habilitaría tratamientos y proyectaría soluciones. Entonces, manos a la obra. La evolución tiene su lógica de avance, y dicha lógica proviene de una voluntad superior, que en efecto es la del pueblo salvadoreño en posesión creciente de su destino; no se trata, pues, de una abstracción intelectual sino de un hecho muy concreto que como tal se va manifestando en el tiempo. Dicha evolución despliega constantemente una gran cantidad de ramificaciones, y tomarlas en cuenta de manera responsable y creativa es la clave de lo que podría hacernos avanzar de veras y con ímpetu renovador hacia el horizonte de lo que anhelamos.
El tiempo de campaña electoral es naturalmente propositivo, porque los que aspiran a ganar el voto van derramando promesas en el terreno. En el caso de la campaña presidencial, que está ya en sus días finales, ese derrame se ha vuelto torrencial, y por ello resulta difícil calibrarlo y más difícil aún cuantificarlo. Y ese puede ser un factor de alto riesgo, porque en nada se está abonando a que la ciudadanía gane confianza en lo que se le presenta.
En verdad, lo más importante sigue siendo la agenda nacional, que nadie pareciera animarse a considerar y a tratar de veras. Esa agenda no está escrita como tal, pero sí está presente hasta en los soplos del aire que circula a nuestro alrededor. Y cada día se vuelve más negativo querer mantenerla al margen. Esa es una actitud irresponsable al máximo.
Pase lo que pase de aquí al 1 de junio de 2019, cuando tomará posesión la próxima Administración, el que llegue tendrá que vérselas cara a cara con dicha agenda, porque la realidad no perdona. Tomar conciencia de ello desde ya sería lo prudente.
No perdemos la esperanza en el poder de la realidad para mover voluntades, aunque éstas se resistan como puedan. Y es que vamos llegando a límites insoslayables.
Mañana es 1 de enero. Que el Nuevo Año nos lo sople al oído con toda su energía.
CARDENAL