Hay que emprender una lucha frontal contra la extorsión, que es uno de los mayores flagelos
Y ES QUE EN TANTO NO SE LLEGUE A LA MÉDULA DEL PROBLEMA, ÉSTE SEGUIRÁ DIFUNDIÉNDOSE EN FORMA DE METÁSTASIS DE CRECIENTE MALIGNIDAD, COMO SE HA VISTO HASTA LA FECHA.
Desde cualquier ángulo que se enfoque la realidad nacional de nuestro tiempo, los problemas más arraigados y críticos saltan de inmediato a la vista, haciendo evidente que hasta el momento no se han logrado emprender tratamientos verdaderamente efectivos de los mismos, aunque haya un constante flujo de retórica política y gubernamental que trate de convencer de lo contrario. La problemática, pues, parece inmune a cualquier intento de encontrarle salidas correctoras y reordenadoras; pero en verdad lo que ha venido impidiendo que las salidas se habiliten es la inoperancia de los esfuerzos estatales y sociales que se han querido hacer valer por los responsables de la conducción nacional.
En opinión generalizada, que se va reiterando en las más diversas encuestas que recogen el sentir y el pensar de la ciudadanía, el lacerante flagelo de la inseguridad que tiene en su centro el accionar fuera de control del crimen organizado es el que más distorsiona y fractura la normalidad del vivir cotidiano, sobre todo en las zonas y en las comunidades más desprotegidas. Esta situación tan anómala no sólo se ha mantenido en el tiempo, sino que ha tendido a diversificarse con todas las perversiones previsibles.
La criminalidad organizada tiene dos fuentes principales de financiamiento de sus estructuras y de sus actuaciones: el flujo del narcotráfico, ya que somos una de las vías directas del mismo hacia el Norte, y también, de manera muy significativa, la red de la extorsión, que se extiende por todas partes, perjudicando ahogadoramente en especial a las micro, a las pequeñas y a las medianas empresas, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Esto, como se ha repetido tantas veces, no sólo afecta a las personas victimizadas sino que constituye un desagüe pernicioso en el área más sensible de nuestra economía.
Aunque se han venido dando diversas acciones concretas para atacar dicho flagelo, hay que reconocer sin evasivas ni disimulos que no existe aún la estrategia suficientemente abarcadora del fenómeno en su integralidad y en su capacidad expansiva, que haga posible visualizar el proceso de extinción del mismo. Y es que en tanto no se llegue a la médula del problema, éste seguirá difundiéndose en forma de metástasis de creciente malignidad, como se ha visto hasta la fecha.
Por lo que se sabe, en la temporada navideña los extorsionadores hicieron de las suyas, exigiendo “aguinaldo” a más de lo que vienen cobrándoles de manera puntual a sus víctimas. Todo indica que la extorsión, que es una forma criminal de vivir del trabajo honrado de los demás, hará todo lo posible por mantenerse en pie; y por eso la estrategia de lucha contra ella debe ser eficaz al máximo.
A los que se van a hacer cargo de la conducción nacional a partir del próximo 1 de junio habría que demandarles que, una vez surgida la decisión de las urnas, hagan saber no sólo planteamientos generales sobre esta cuestión tan específica, sino un completo programa de acción que contenga todos los componentes de la lucha contra la criminalidad organizada, que tiene como una de sus expresiones principales la extorsión en cadena. Hay que atacar a fondo y de inmediato.