Hacer que la dinámica del emprendimiento se fortalezca y se expanda es tarea vital para nuestro desarrollo
EL PUNTO, PUES, NO SE LIMITA A HABILITAR FUENTES DE EMPLEO QUE SEAN CAPACES DE VITALIZAR LA SUPERACIÓN CONSTANTE: HAY QUE MOVER VOLUNTADES Y DETERMINACIONES HACIA EL DESARROLLO CREADOR INDIVIDUALMENTE HABLANDO.
Cuando se hace referencia a la necesidad inobjetable de impulsar dinámicas que apunten hacia el estímulo del crecimiento y la mejoría consecuente de las condiciones de vida para la generalidad de la población, al instante surge con fuerza el tema vital de las oportunidades, que son requeridas de modo imperativo para habilitar progreso personal y social en todos los órdenes del quehacer humano. Esto no es un efecto casual de las circunstancias que se viven, sino una consecuencia totalmente esperable en razón de la dinámica de los tiempos que corren, caracterizados por un énfasis sin precedentes en la participación ciudadana, tanto en el mundo desarrollado como en las zonas menos favorecidas por el progreso real, entre las cuales está la nuestra.
Uno de los cambios más significativos y reveladores dentro de este panorama que presenta tantos componentes novedosos es la participación cada vez más relevante de la juventud en prácticamente todas las áreas del quehacer nacional. Esto de entrada tiene un efecto renovador, sobre todo en los tiempos que corren, cuando el auge de las tecnologías de la comunicación se ha vuelto una red universal cuyos principales dinamizadores son los jóvenes de todas las latitudes y procedencias. Para un país como el nuestro, sometido a marginaciones tradicionales de todo tipo, el contar hoy con instrumentos como los que están cada vez más a disposición de todos constituye una oportunidad de oro que no hay que desperdiciar bajo ningún concepto.
En ese escenario de aperturas crecientes el tema de la autorrealización despliega cada día más opciones manejables, pero a la vez va mostrando las limitaciones y los obstáculos que tal ejercicio encuentra en los ambientes respectivos. El punto, pues, no se limita a habilitar fuentes de empleo que sean capaces de vitalizar la superación constante: hay que mover voluntades y determinaciones hacia el desarrollo creador individualmente hablando. Y ahí es donde se deben ubicar las dinámicas del emprendimiento personal con miras al desarrollo económico propio, que es parte viva y expansiva del crecimiento general.
El emprendimiento asumido como herramienta de superación va generando una cultura social que contribuye de manera notable a darle al ambiente oxígeno creador y estabilizador. Y cuando eso se hace en las primeras etapas de la vida productiva los beneficios se multiplican, tanto para los individuos como para sus diversas comunidades. Lo más positivo que ahora tenemos al respecto es que los dinamismos emprendedores están cada vez más presentes en el ánimo y en la aspiración de las nuevas generaciones.
Es fundamental estimular a los jóvenes a que se autorrealicen, poniéndoles a la mano las oportunidades reales de hacerlo. Y esto debe ser considerado como elemento formativo determinante; es decir, como factor complementario de la educación.
Por todas las señales disponibles, es claro que los emprendedores continuarán creciendo como legión de progreso. Y el hálito juvenil que eso trae consigo hará que la sociedad entera gane alientos vitales.