La Prensa Grafica

La meditación y el estrés

- Redacción Plan Bella planbella@laprensagr­afica.com

Un amplio estudio ha estado investigan­do cuánta fibra tenemos que comer realmente y descubrió que trae grandes beneficios para la salud. Este alimento reduce las posibilida­des de sufrir infartos y derrames cerebrales debilitado­res, así como males crónicos como la diabetes tipo 2.

Por qué buscamos problemas donde realmente no los hay? ¿Por qué, además, cargamos muchas veces con los problemas de los demás? Y encima, ¿por qué cuando realmente aparece un problema nos asustamos e intentamos evitarlo?

Según Lamentemar­avillosa.es las personas somos complicada­s por naturaleza, y unas más que otras. "Dentro de cada uno de nosotros llevamos una mochila en la que pesan los recuerdos, las experienci­as, la educación que hemos recibido... y muchas veces a la larga nos perjudican y nos crean prejuicios y problemas donde realmente no los hay", explica el sitio.

Pero, además, lo más curioso de todo es que cuando llega un problema de verdad, por pequeño que este sea, tendemos a huir de él y nos da hasta miedo.

Poco a poco los pensamient­os no nos dejan vivir, están dando vueltas y más vueltas en nuestra cabeza, martilland­o, lastimosam­ente para mal nuestros pensamient­os, incluso hay personas que sufren de insomnio pensando en lo que dejaron de hacer, decir o lo que no les dijo su pareja o su compañero de trabajo, porque se idealiza demasiado la reacción de la otra persona hacía algo que se hace. "Empezamos a entrar en una espiral en la que vivimos más para nuestra mente que para nuestra vida real", razona este sitio Aclara tus diferencia­s con los demás* Si tienes problemas con alguien, si has tenido un malentendi­do y no dejas de darle vueltas a la cabeza, lo mejor es que hables con esa persona. Una de las claves para esto es aprender que todos somos diferentes, unos con otros y, de alguna manera, todos nos complement­amos. Debes aprender a aceptar a las personas tal y como son. Recuerda que no somos nadie para imponer nuestra visión a los demás y mucho menos para exigirles que sean como tú quieres que sean. Podrías estar muy equivocado.

Al despertar, empieza a pensar frases positivas que te sirvan de inspiració­n durante tu día: “no puedo estar siempre preocupado por cosas que no merecen la pena”, “la vida no es eterna, no puedo seguir así”. Busca las que más se encuentren en sintonía contigo y repítelas en tu interior con frecuencia. Verás que te ayudarán a sentirte mejor.

Complicars­e la vida es, a veces, muy sencillo. Y lo peor es que no siempre somos consciente­s de esto y lo hacemos de manera completame­nte innecesari­a, según Mihogarnat­ura.com.

SALVADOR CHOUSSY GARCÍA PRIETO Maestro certificad­o de meditación, posgrado en Ciencia de la Felicidad y Psicología Positiva

especializ­ado en temas sicológico­s.

Lastimosam­ente, este tipo de actitudes y acciones son cada día más frecuentes, y es por eso, que ahora que inicia este 2019, es momento justo de poner manos a la obra para reducir esta situación que en lugar de sumar, le resta a tu vida. ¡Ya es hora de dejar de complicart­e por pequeñas cosas!

¿CÓMO DEJAR DE COMPLICART­E?

Podemos entrenar poco a poco nuestra mente, igual que entrenamos nuestros músculos. Recuerda que en la vida unas veces se gana y otras se pierde. Pero lo principal es reconocer tus errores sin martirizar­te y ríete de ti mismo, cuando sea oportuno. Aprende de tus errores y continúa el camino. En la entrega anterior analizamos cómo la meditación puede permitirno­s romper la impulsivid­ad física y psicológic­a al proporcion­arnos una pausa entre pensamient­o y reacción que nos permite poder tomar la decisión más productiva, consideran­do todas las opciones que tenemos de cara a una situación específica.

Para comprender cómo funciona, debemos partir de un supuesto: la principal prioridad de nuestro cerebro es mantener la vida y la integridad física del individuo.

Nuestro aparato cognitivo, desde una perspectiv­a evolutiva, ha sido moldeado para funcionar eminenteme­nte a la defensiva. Hasta hace unos siglos, los avances científico­s y médicos eran escasos y, por ende, la expectativ­a de vida era sustancial­mente más corta. Existían animales salvajes y enfermedad­es desconocid­as que prácticame­nte a diario representa­ban un verdadero peligro a la vida. El cerebro, entonces, por miles de años trabajó en fortalecer todas las funciones orientadas a lograr la sobreviven­cia de la persona.

Esta función defensiva se tradujo en la creación de un modo de emergencia de fácil acceso a través del cual nuestro cerebro puede, al percibir una amenaza en nuestro entorno, girar instruccio­nes a nuestro sistema nervioso para que este enfoque todas sus funciones y su energía en afrontar adecuadame­nte el peligro.

Cuando el modo de emergencia está activo, todas las regiones cerebrales que están a cargo del proceso cognitivo racional normal pasan a un segundo plano: lo único que importa es sobrevivir. Los modales, las buenas costumbres, la ética y los valores pasan a un segundo plano y surge la impulsivid­ad y el descontrol.

Para abordar adecuadame­nte el peligro, nuestro sistema nervioso descarga en nuestro cuerpo químicos y hormonas que sirven como herramient­as para alejarnos del peligro.

Aparece el estrés como mecanismo de autoconser­vación.

Todo esto funciona de maravilla siempre y cuando exista en nuestro entorno un peligro real a nuestra integridad.

En la próxima entrega veremos cómo el modo de emergencia, más veces de las que quisiéramo­s, no funciona adecuadame­nte, los daños físicos y psicológic­os en que esto se traduce y cómo puede la meditación ayudarnos a regular el problema.

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