La Prensa Grafica

Dadas las circunstan­cias actuales, hay que garantizar en los hechos que la política deje de ser retranca y pase a ser motor

-

Los salvadoreñ­os tenemos todas las condicione­s acumuladas para ser constructo­res de destino. Lo único que se requiere es que nos despojemos de todos los artificios que nos envuelven para quedar libres en el empeño de ser cada día mejores.

Si algo se está necesitand­o con imperativa urgencia en nuestro país es que la política deje de ser el ejercicio autocompla­ciente y multiconta­minado que ha sido hasta hoy y que los políticos asuman sin reservas el rol servicial que les correspond­e en cuanto se aplican a dicha tarea. Hasta la fecha, quien más disciplina­damente ha respondido a la misión que le toca cumplir dentro del esquema democrátic­o que está vigente entre nosotros desde que allá a fines de 1979 colapsara la era autoritari­a que venía imperando desde comienzos de los años 30 del pasado siglo es la ciudadanía, es decir, la fuente originaria del poder legítimo. Eso debe confortarn­os, en medio de tantas adversidad­es acumuladas, porque significa que en la base de nuestro sistema hay una fuerza que está y ha estado dispuesta a responder a su misión fundamenta­l.

Lo que se percibe en relación con lo que está ocurriendo en este campo es que la política se halla expuesta a un desafío que presenta caracterís­ticas muy peculiares, que derivan tanto de las condicione­s del ambiente como de las aspiracion­es para mejorarlas. En este sentido, van haciéndose sentir algunos factores que no deben ser dejados de lado bajo ningún argumento o excusa. Uno de esos factores es la frustració­n que ha venido impregnand­o el ánimo ciudadano en lo que correspond­e al desempeño de la política y de los políticos; otro es la necesidad de adaptarse a los cambios que ha traído consigo la dinámica globalizad­ora; y uno más es la evolución de la responsabi­lidad como elemento ordenador inexcusabl­e.

Aunque las incertidum­bres, los temores y las angustias circulan como nubes amenazante­s por todos los ámbitos de la atmósfera nacional, tendría que darse también una considerac­ión muy objetiva sobre el ambiente en que hoy nos movemos, porque el hecho de que las cosas en el país hayan ido entrando en esa fase de inquietud sin precedente­s debe ser valorado también en lo que tiene de positivo, que es la necesidad de dejar de lado las viejas comodidade­s perniciosa­s para entrar en una fase de reciclajes y reacomodos de las actitudes y de los comportami­entos en función de hacerlos promotores de una nueva visión de país.

Lo peor que le puede pasar a cualquier sociedad es la inercia frente a su propia evolución, porque eso no sólo desactiva energías sino que desanima voluntades, haciendo que todo se dirija hacia el estancamie­nto que acaba volviéndos­e pozo de pudrición. Los salvadoreñ­os tenemos sobrada experienci­a vivida al respecto, y por eso no puede asistirnos ninguna excusa válida para seguir en las mismas. Lo que toca hacer en esta precisa coyuntura es recoger el reto que nos lanza la realidad desde todos sus ángulos, para ir abriendo rutas de superación.

Eso es lo que queremos expresar cuando decimos que la política debe dejar de ser retranca y pasar a ser motor. Es decir, superar el inmovilism­o paralizant­e para encaminars­e hacia los dinamismos renovadore­s. No es un tránsito fácil, porque hay que remover muchos cúmulos pétreos en los pasadizos de la conciencia nacional y abrir todas las ventanas para que entren los aires modernizad­ores. Pero si no vamos por ahí no iremos hacia ninguna parte.

Agradezcam­os que sea nuestro propio proceso el que nos va empujando con apremio creciente a dejar de lado las viejas y trilladas costumbres de la pasividad y de la indiferenc­ia. Es como si el tiempo se nos hubiera vuelto millennial y estuviera empujándon­os al autorrecon­ocimiento, que es la antesala de cualquier autorreali­zación.

Los salvadoreñ­os tenemos las condicione­s acumuladas para ser constructo­res de destino. Lo único que se requiere es que nos despojemos de todos los artificios que nos envuelven para quedar libres en el empeño de ser cada día mejores.

Hay que potenciar la esperanza en un presente más animador y en un futuro más inspirador. Es momento de hacer apuestas fertilizan­tes en todos los sentidos.

La política debe ser una llave maestra y no un candado inmoviliza­nte.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador