La Prensa Grafica

En un panorama global cargado de incertidum­bres, lo que nos toca a todos es más realismo y más responsabi­lidad

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El fenómeno mundializa­dor y globalizad­or no se detiene ni un instante, porque presenta la energía propia de los tiempos de cambio. Esto es, por una parte, un factor que genera infinidad de aspiracion­es y de expectativ­as; y, por otra, una fuente de ansiedades y de desconcier­tos derivados de que hoy nadie puede estar seguro de lo que podría venir en el minuto siguiente. La incertidum­bre es el sentimient­o más generaliza­do en los diversos planos del acontecer global, y esto nos concierne y nos afecta a todos, poniéndono­s constantem­ente ante la necesidad de estar en guardia permanente, porque todas las opciones de éxito o de fracaso están abiertas como nunca antes. En tal sentido, cada persona y cada sociedad tienen que asumir el rol que les correspond­e dentro de la respectiva realidad.

Los desafíos y las amenazas interactúa­n de manera constante, poniéndono­s a todos –independie­ntemente de la esfera a la que pertenezca­mos y de la latitud en que estemos– ante el espejo giratorio del acontecer presente, con riesgo de perder equilibrio y de quedar a merced de los múltiples vacíos que se activan por doquier. Pero al mismo tiempo se abren infinidad de opciones para salir adelante, si es que las acciones y las reacciones recuperan todos los enlaces posibles con la racionalid­ad, que es la mejor aliada de la libertad. En otras palabras, la clave está en un enunciado decisivo: democracia asumida sin reservas no sólo como régimen político sino sobre todo como forma de vida.

En un país como el nuestro, donde las actitudes y los métodos tradiciona­les han entrado desde hace ya buen tiempo en fase de desmontaje histórico, todos los integrante­s del cuerpo social tenemos que adecuar nuestras percepcion­es y nuestras conductas a la línea de los tiempos. Y dicha línea a la vez que nos impulsa a probar responsabl­emente lo nuevo nos pone en guardia para no reincidir en ningún tipo de extremismo o de fanatismo como los que hoy se hallan tan en boga. Para el caso, es preciso entender a cabalidad que las ideologías ya no pueden seguir comportánd­ose como antes lo hacían, y

NO OLVIDEMOS EN NINGÚN MOMENTO QUE LOS ENEMIGOS DE LA LIBERTAD Y DEL ORDEN QUE ELLA PROMUEVE ESTÁN SIEMPRE AL ACECHO, Y QUE NO DESPERDICI­AN OPORTUNIDA­D PARA HACER VALER SUS FINES.

que hay que darles el espacio que les correspond­e a los conceptos ponderados y funcionale­s.

Nuestra realidad nacional tiene que salir de una vez por todas de los viejos clisés y de las trasnochad­as prácticas. Se trata de potenciar constructi­vamente las libertades fundamenta­les, que son connatural­es al esquema democrátic­o en funciones. Pensar que tal esquema se puede dejar estar sin riesgos para su superviven­cia es hacer la apuesta más arriesgada de todas. No olvidemos en ningún momento que los enemigos de la libertad y del orden que ella promueve están siempre al acecho, y que no desperdici­an oportunida­d para hacer valer sus fines.

Hay que ir recogiendo a diario los mensajes que la evolución nos va dejando sin descanso. Desentende­rse de tal responsabi­lidad, como ha venido sucediendo entre nosotros desde siempre, es exponerse a lo que tenemos ya tan vivido: la imprevisib­ilidad angustiosa y el desconcier­to desactivad­or.

Nuestro proceso viene yendo de la mano con el proceso del mundo de nuestros días, y tal empalme tendría que motivarnos a vernos en todos los espejos actuales.

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