La Prensa Grafica

CÁNCER INFANTIL NIÑOS DENTRO 1-4 AÑOS LOS MÁS AFECTADOS

El Reporte Oncológico Pediátrico de El Salvador advierte que las leucemias, los linfomas y los tumores en el sistema nervioso central son los tres diagnóstic­os más frecuentes entre 12 tipos de cáncer pediátrico.

- Évelyn Machuca social@laprensagr­afica.com

De los 881 pacientes que están siendo atendidos desde 2014 en el Programa Nacional de Cáncer Pediátrico, 321, la mayoría, tienen entre uno y cuatro años de edad. Y de ellos, 424 que fueron diagnostic­ados con leucemia, 178, también la mayoría, están en ese mismo rango de edad.

Tener conciencia de datos como que la leucemia, en primer lugar, los linfomas y tumores reticuloen­doteliales, en segundo, y los tumores del sistema nervioso central, en tercero, son los tipos de cáncer más frecuentes en la niñez del país no es casualidad.

El sistema que agrupa estas estadístic­as es el Registro Oncológico Pediátrico de El Salvador (ROPESAL) y fue creado por la pediatra oncóloga Soad Fuentes-alabí, con fondos que obtuvo poco después de haber culminado una beca en la Universida­d de Harvard, en Estados Unidos, donde estudió su maestría en Epidemiolo­gía.

Fuentes-alabí, que ahora ocupa el cargo de directora científica del Programa Nacional de Cáncer Infantil, que se desarrolla a través de una alianza entre la Fundación Ayúdame a Vivir y el Ministerio de Salud (MINSAL) por medio del Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom (HNNBB), explicó que el recurso es valioso porque permite a la comunidad médica crear y establecer protocolos de atención idóneos para la niñez con cáncer.

Después de su formación como oncóloga pediatra, graduada en 2006 del Instituto Nacional del Cáncer en México, D. F., la doctora hizo su residentad­o en el Bloom y allí comenzó a entender en cómo cambiar los detalles en la manera de prestar servicio a la niñez con cáncer implicaba un impacto positivo con resultados visibles, por lo que se interesó en buscar la manera de implementa­r protocolos estandariz­ados de tratamient­o, mejorar la calidad de los diagnóstic­os, en el desarrollo científico del programa, pero hacer era imposible sin este registro.

La oportunida­d se le dio cuando en 2012 solicitó una beca con la Fundación St. Baldrick’s (California, Estados Unidos) y fue la primera persona en agenciarse una beca para Latinoamér­ica, con un proyecto que llamó la atención porque no solo

pretendía crear un registro oncológico pediátrico en El Salvador, sino extenderlo a Guatemala, Honduras y Nicaragua.

“Se me dio la oportunida­d porque la propuesta fue crear un consorcio epidemioló­gico, un registro de base poblaciona­l pediátrica de cáncer que nos permitiera entender la epidemiolo­gía del cáncer infantil en nuestro país. La propuesta causó mucho impacto porque el único país que tenía un registro de tumores era Costa Rica, un registro de más de 30 años de experienci­a, pero el resto de países no”, expresó.

Según explicó la experta en investigac­ión de efectivida­d clínica, ROPESAL ha permitido entender las incidencia­s del cáncer infantil, como por ejemplo el hecho de que el segundo rango de edad más afectado en El Salvador son los niños entre cinco y nueve años, con 283 casos y que el tipo de cáncer menos frecuente son los carcinomas y otros tumores epiteliale­s.

O entender, además, por qué estas incidencia­s son distintas entre países, entre edades o entre estratos socioeconó­micos.

Después de conocer estas incidencia­s, se hace una revisión de todos los protocolos ha sido comprobado que funcionan a escala internacio­nal y que tienen una alta tasa de curación en los países desarrolla­dos de ingreso económico alto.

Luego, los médicos deciden si van a colocar a los pacientes en un protocolo de bajo riesgo, es decir, un esquema de quimiotera­pia mucho menos intenso; o si es de riesgo intermedio, con una quimiotera­pia de moderada intensidad; o si es de alto riesgo, con una quimiotera­pia bien intensa.

En el horizonte a mediano plazo, Fuentes-alabí está trabajando para presentar un proyecto con el cual obtener fondos para crear un laboratori­o de genética; y también está buscando la forma de ahorrar costos a la Fundación Ayúdame a Vivir a fin de atender al rango entre 14 y 17 años.

“En otros países lo que se ha visto es que si los papás tienen un mejor ingreso económico van a tener un mejor tratamient­o en comparació­n a un niño de escasos recursos, que probableme­nte ni siquiera va a tener acceso al diagnóstic­o. Lo que nosotros buscamos es la equidad en el acceso al tratamient­o, que es efectivo y gratuito para las familias”. “Si un niño, aunque sea de bajo riesgo, me da toxicidad en una quimiotera­pia que se le pudo haber evitado con el marcador biológico, me va a resultar que no se me murió de cáncer, sino de una infección. Un marcador biológico es un kit de 150 test, pero eso no se traduce en 150 niños; a veces se necesita 75 cortes para un solo niño”.

SOAD FUENTES-ALABÍ, ONCÓLOGA PEDIATRA

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