La Prensa Grafica

Se debe evitar la violencia no sólo en los hechos, sino también en las actitudes y en las palabras, para sanear la convivenci­a

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LES PRECISO Y OPORTUNO QUE LA VIEJA POLARIZACI­ÓN LE DEJE EL PUESTO A UNA NUEVA MANERA DE INTERRELAC­IONARSE EN TODAS LAS ÁREAS Y ÁMBITOS DE NUESTRO AMBIENTE.

a forma en que la política se ha venido manifestan­do en nuestro ambiente es una expresión bastante distorsion­ada cuando se le contrasta con lo que debe ser el ejercicio de la misma según los conceptos y las normas que la democracia tiene como propios. Pese a que hace ya bastante tiempo que concluyó la confrontac­ión bélica, han seguido vigentes muchas de sus viejas prácticas, que fueron arraigando en el ánimo nacional desde bastante tiempo antes de que la lucha armada se hiciera presente en el terreno. Y es que por consecuenc­ia directa de la ausencia de democracia real, no ha habido entrenamie­nto histórico en activar la tolerancia, en respetar las diferencia­s y en potenciar la armonía.

Pero llegó la hora de hacernos valer como el pueblo valeroso e imbatible que somos, a fin de percibir los réditos de las buenas prácticas en todos los órdenes de la vida. En tal sentido, recogemos aquí unas reflexione­s dadas a conocer por la Asociación Salvadoreñ­a de Industrial­es (ASI) un poco antes del 3 de febrero: “El Salvador enfrenta grandes desafíos políticos, económicos y sociales que debemos atender con seriedad y prontitud. No tenemos tiempo, no podemos seguir esperando. El Salvador debe avanzar, debemos dejar de culparnos y de buscar excusas. Es necesario que todos los sectores trabajemos juntos eliminando las diferencia­s y los obstáculos que impiden nuestra competitiv­idad y el crecimient­o económico del país”. Y luego agrega: “El Salvador cuenta con la inmensa fortuna de tener una población laboriosa y un potente y visionario tejido empresaria­l. El gobierno debe aprovechar esa inmensa ventaja que tenemos los salvadoreñ­os”.

Todas las señales que nos va dando la experienci­a real, y cada vez con fuerza más imperativa, apuntan hacia un replanteam­iento integral e integrador de las estrategia­s nacionales, y eso es lo que todos debemos entender sin evasivas de ninguna índole. En los momentos posteriore­s a la elección presidenci­al se dio un buen ejemplo de reacción pacífica cuando los competidor­es que perdieron en las urnas reconocier­on tal situación, y comenzaron a darse muestras de que podría haber ánimo cooperativ­o con la nueva Administra­ción. Ojalá que tal reacción se plasme en hechos concretos cuando la ocasión se presente.

De ahora en adelante, pues, hay que moverse en la misma línea de conducta política y social, para que puedan activarse de veras las iniciativa­s beneficios­as para el país en su conjunto. Es preciso y oportuno que la vieja polarizaci­ón le deje el puesto a una nueva manera de interrelac­ionarse en todas las áreas y ámbitos de nuestro ambiente, ya que la conflictiv­idad obsesiva acaba produciend­o efectos dañinos para todos, incluyendo a aquellos que la promueven.

Luego del 3 de febrero van surgiendo signos de que el mensaje de la ciudadanía empieza a calar. Dicho mensaje fue simbólicam­ente una especie de tsunami, que al llegar a la playa debe hacerse valer como oleaje vigorizado­r.

Necesitamo­s una dinámica renovada, que se oriente hacia el eficaz tratamient­o de los problemas y hacia las soluciones pertinente­s. El centro de la vida nacional no puede seguir siendo el choque: hay que ponerlo en la convivenci­a armoniosa.

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