Sindicato mantiene cierre indefinido del Zoológico Nacional
Los sindicalistas denuncian al director por supuestas violaciones a derechos labores.
“El cierre es de carácter indefinido ya que se están generando varias violaciones a los derechos de los trabajadores por parte del director”. ÓSCAR ORELLANA, SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN DE SITRAMEC
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SITRAMEC) reiteró este domingo que mantendrá bloqueadas las visitas al Zoológico Nacional en protesta por supuestas violaciones a derechos laborales y “malas prácticas” del director del parque nacional, Vladlen Henríquez. “El cierre es de carácter indefinido ya que se están generando varias violaciones a los derechos de los trabajadores por parte del director. Se les está violentando su derecho a su descanso y en lugar de negociar con ellos para que puedan descansar el director se cierra de forma intransigente. Lo que hace es llamados de atención con copia a su expediente sin el conocimiento de los compañeros”, declaró Óscar Orellana, secretario de organización.
Aseguraron que el director no respeta la jornada de 40 horas laborales a la semana y no les reconoce el pago de horas extras o descansos. Sostuvieron que él ofrece un trato diferenciado para sus allegados en el pago de horas extras del 200 %, mientras que a otros trabajadores se les cancela el 100 %. No están permitiendo el acceso al parque, pero sí garantizando la alimentación y el cuido de los animales.
“Tenemos varios compañeros que no se encuentran aquí presentes (en la protesta) porque en este momento todavía están en sus tareas dando alimentación y el cuido de los animales”, dijo Orellana.
NEGLIGENCIA
Los sindicalistas, además, denuncian que existe negligencia de los directores y su equipo técnico en la atención de los animales y aumento de muertes.
Según “cifras negras” que detallaron en un comunicado, entre enero de 2014 a enero de 2019 han muerto 146 especímenes. “Todo animal que llega a la clínica del parque Zoológico Nacional muere”, dice el comunicado.
Una de las exigencias al Ministerio de Cultura es pedirle al director que deponga su cargo. Así como ocurre con los seres individuales, toda sociedad, independientemente de su historia, de su capacidad económica y de su poder real, está marcada por sus propias características existenciales, que la identifican y la diferencian de manera inequívoca. El Salvador se halla, por supuesto, en dicha condición, y basta echar una mirada abarcadora de su pasado y de su presente para constatarlo en forma inequívoca. Lo que debería mover a reflexión profunda en nuestro caso es el hecho de que los salvadoreños hemos venido sufriendo, de unas décadas a esta parte, una especie de deslave de la conciencia existencial, que nos ha ido dejando expuestos a la orfandad creciente, y, para más desasosiego, en un mundo cada vez más expuesto a las transversalidades desintegradoras.
Desde hace ya bastante tiempo –prácticamente desde la década de los años 60 del pasado siglo– el país se ha visto sucesivamente envuelto en un remolino de adversidades, que han puesto a prueba no sólo su estabilidad básica sino también, y con consecuencias aún más riesgosas, su capacidad de progreso marcado por la lógica democrática. Todo este fenómeno, que no se ha visualizado ni mucho menos atendido en los momentos y en las formas pertinentes, si bien no impide la evolución sí dificulta al máximo el tránsito de la misma, y por eso estamos tan desorientados en la continuidad del proceso, que tiene que ir moviéndose por su cuenta. Lo acabamos de experimentar de una forma dramática con los resultados electorales del recién pasado 3 de febrero.
Es hora, entonces, más que sobrada, de que los salvadoreños “nos pongamos las pilas” frente a nuestra propia realidad nacional, y no desde las ramas sino desde las raíces. Y tres tareas son esenciales de inicio: 1) Reconocer la situación del país con ánimo constructivo; 2) Fijar y activar las estrategias para hacer que el país funcione de veras; y 3) Motivar a la comunidad nacional a que se fije más en sus arraigos que en sus desarraigos.
RECONOCER LA SITUACIÓN DEL PAÍS CON ÁNIMO CONSTRUCTIVO: esto implica dejar de movernos como autómatas sin pertenencia para comenzar a actuar como ciudadanos conscientes. Y el mensaje va dirigido directamente a los grupos organizados y a sus liderazgos, que fueron remecidos hasta el tope con lo que la ciudadanía acaba de manifestar en las urnas, que fue un mensaje estructural mucho más que una decisión coyuntural.
FIJAR Y ACTIVAR LAS ESTRATEGIAS PARA HACER QUE EL PAÍS FUNCIONE DE VERAS: es decir, replantearnos la dinámica del país como un ejercicio de acciones que deben ser asumidas con todo el compromiso que las circunstancias demandan. Dejar fuera la improvisación y potenciar la planificación, para que nada quede expuesto al azar sino que todo se alinee con el orden. El país debe entrar en fase de vitalización progresiva con empeño verdaderamente renovador.
MOTIVAR A LA COMUNIDAD NACIONAL A QUE SE FIJE MÁS EN SUS ARRAIGOS QUE EN SUS DESARRAIGOS: lo cual implica que haya una generalizada reconversión anímica de lo negativo hacia lo positivo, sin desconocer las carencias y las insuficiencias existentes, pero poniendo todos los empeños necesarios en hacer valer la potencia inspiradora frente a cualquier sentimiento o impulso desmotivador. Se trata de revalorizar la salvadoreñidad por encima y por debajo de todo.
Tenemos que reiterar cuantas veces sea oportuno que nuestra principal misión como salvadoreños es asumir a fondo y sin reservas nuestra condición de gestores de destino nacional, y a partir de ahí dedicar todas las iniciativas necesarias para hacerlo realidad en el tiempo. Es, pues, una misión inagotable.