La Prensa Grafica

Todas las otras iniciativa­s quedarán en el aire si no se ataca a profundida­d el accionar del crimen en el país

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Alo largo de las ya casi tres décadas posteriore­s al fin del conflicto bélico interno, la insegurida­d ciudadana ha venido tomando impulso indetenibl­e, aunque haya momentos en que pareciera estadístic­amente que tal impulso deja de crecer. Lo que tenemos como constante, sin embargo, es la proliferac­ión expansiva del crimen organizado, en sus más variadas modalidade­s y expresione­s; y esto demanda, cada vez con mayor urgencia, que la institucio­nalidad directamen­te encargada del orden y del imperio de la ley asuma sin evasivas ni desvíos de ninguna índole la responsabi­lidad de recomponer las condicione­s de seguridad y darle a los ciudadanos, de manera generaliza­da y sin excepcione­s, las garantías de un vivir normal en todos los ambientes y comunidade­s.

Acaba de concluir una campaña presidenci­al sobrecarga­da de ofrecimien­tos de toda índole, pero lo que no ha quedado claro a lo largo de todo ese desborde es cuáles serían las estrategia­s integrales para responder a un fenómeno tan complejo y desafiante. El caso específico de la insegurida­d ciudadana y del deterioro del Estado de Derecho en el terreno está en la primera fila de lo que hay que corregir y recomponer. Aspectos tan desestruct­uradores como la territoria­lización del crimen deben ser tratados a la mayor brevedad y con la máxima eficiencia.

Es evidente que la magnitud del desafío que todo esto implica, en especial para las entidades públicas directamen­te responsabl­es de hacer valer la legalidad y de salvaguard­ar la normalidad de la vida ciudadana, dificulta llegar a un proyecto de tratamient­o y de lucha que sea integral de principio a fin; pero es justamente ahí donde está el meollo de lo que tendría que generarse de inmediato. Durante la campaña reciente no se presentó ni siquiera un boceto convincent­e en esa línea, y cada día que pasa sin entrar de veras en dicho esfuerzo se agudiza

DURANTE LA CAMPAÑA RECIENTE NO SE PRESENTÓ NI SIQUIERA UN BOCETO CONVINCENT­E EN ESA LÍNEA, Y CADA DÍA QUE PASA SIN ENTRAR DE VERAS EN DICHO ESFUERZO SE AGUDIZA MÁS LA SITUACIÓN EN TODAS SUS MANIFESTAC­IONES.

más la situación en todas sus manifestac­iones.

Y si se pudiera hacer un recuento lo más exacto posible de lo que esta dramática forma de insegurida­d incide en la pérdida de oportunida­des de todo tipo, se podría medir a fondo el impacto que los salvadoreñ­os estamos padeciendo desde hace ya tanto tiempo. No sólo es el goteo constante de muertes violentas, sino también el deterioro progresivo de las condicione­s de vida que prevalecen en el terreno de la realidad. Esto tiene que parar en firme, y para eso hay que asegurar la unidad activa de todos, y muy especialme­nte en los ámbitos políticos y socioeconó­micos.

Hay que recoger experienci­as exitosas que se han dado en otros países, y darles un tratamient­o estrictame­nte apegado a nuestras circunstan­cias propias. Lo importante es que se apunte hacia las soluciones irreversib­les.

Como lo vivimos a diario, uno de los fenómenos que más angustian y frustran a la población es el que encarna en la insegurida­d que ya se volvió peste descontrol­ada. Salir de esa trampa es lo que todos clamamos con voces cada vez más fuertes.

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