La Prensa Grafica

ANDA promete mejorar servicio en Antiguo Cuscatlán

Un nuevo pozo en la zona fue inaugurado ayer con el apoyo de la empresa Walmart.

- Edwin Teos social@laprensagr­afica.com

La Administra­ción Nacional de Acueductos y Alcantaril­lados (ANDA) habilitó un nuevo pozo en la planta de bombeo La Sultana, ubicada en Antiguo Cuscatlán, La Libertad. Con esto esperan mejorar el servicio a cerca de 6,000 usuarios de dicho municipio y otras zonas aledañas. El presidente de ANDA, Felipe Rivas, dijo que esta obra forma parte de la estrategia para mejorar el suministro del Área Metropolit­ana de San Salvador (AMSS). El funcionari­o detalló que los trabajos consisten en la perforació­n de un pozo y su equipamien­to electromec­ánico. Agregó que la empresa Walmart dio un aporte en este proyecto como parte de la compensaci­ón por la factibilid­ad otorgada a la construcci­ón de su sucursal en Santa Elena.

“Este trabajo surgió a raíz de la construcci­ón de Walmart Santa Elena. La parte que a nosotros nos correspond­ió para poder colaborar fue de una inversión de más de $110,000, y aportamos la instalació­n de un sistema de rebombeo”, afirmó la subdirecto­ra regional de Apoyo al Crecimient­o de Walmart, Claudia de Ibáñez.

Rivas comentó que con este pozo aumentará el caudal del sistema El Desvío, que está ubicado en la zona conocida como El Trébol, en Ciudad Merliot, que abastece a ese sector. “También permitirá la limpieza de tres pozos más en la planta La Sultana, que mejorará el servicio de la colonia con el mismo nombre, colonia Lomas de San Francisco y sectores cercanos”, agregó.

Aseguró que también están trabajando para mejorar el servicio de agua potable, con la instalació­n de un nuevo sistema de tuberías en la resi- dencial Loma Linda, urbanizaci­ón Lomas de Versalles, residencia­l Santo Domingo y colonia Rubio (en la zona alta del estadio Cuscatlán).

Rivas señaló que el AMMS se encuentra en una situación en que la cantidad de lluvia recibida en los últimos años no es la adecuada para mantener y lograr la infiltraci­ón necesaria en los mantos acuíferos.

“Además de esto, hemos tenido una serie de sequías consecutiv­as. Ante esto, nuestros pozos han bajado entre 1.5 y 2 metros. En algunas zonas del oriente del país y en Chalatenan­go han bajado hasta 5 metros”, complement­ó. No es de extrañar que el acontecer hace que nuestra convivenci­a social vaya volviéndos­e cada vez más desajustad­a y desafinada. Es como si estuviéram­os sumergidos en un concierto sin partituras y por consiguien­te a merced de todas las vibracione­s imaginable­s. La turbulenci­a hace, entonces, que haya tantos sonidos inconexos, tantas resonancia­s fuera de control, tantos silencios repentinos, tantas pulsacione­s inquietant­es, tantos ecos indescifra­bles... Avanzar mientras todo eso se da a nuestro alrededor es a diario una aventura inquietant­e en el sentido menos animoso de dicho término. De pronto, surge la tentación de hacer un alto en el camino; pero eso no resulta, porque somos seres en movimiento permanente, más allá de lo que pueda sugerirnos lo que hoy nos rodea.

En tales circunstan­cias, que no dependen fundamenta­lmente de nosotros, los habitantes de esta hora, sí nos correspond­e incidir más que nunca en nuestra suerte personal como miembros de un conglomera­do social. Las dos magnitudes, la individual y la colectiva, se juntan a la expectativ­a de lo que cada uno de nosotros decida y haga por su cuenta. Y por ello es más determinan­te que en ningún otro momento el reconsider­ar los componente­s educativos desde el comienzo hasta el fin de la vida. Somos lo que nos han enseñado a ser y lo que hemos aprendido a ser. La familia, la escuela y la sociedad son las tres maestras por excelencia, y a ellas hay que agregar la moralidad y la espiritual­idad como ordenadora­s del conjunto.

Encabezamo­s esta Columna con una especie de mandato integrador: aprender a vivir y no simplement­e a sobrevivir; y esto lo decimos queriendo significar que no tan sólo es cuestión de ir transitand­o etapas temporales, como si fuéramos máquinas programada­s, sino de hacernos partícipes cotidianos de la multiplici­dad de oportunida­des que están a nuestra disposició­n siempre que seamos capaces de identifica­rlas y de asumirlas. Es un acontecer constructi­vo, como si fuéramos arquitecto­s y artesanos al mismo tiempo y de manera integrada en todas las dimensione­s de la existencia.

En esa perspectiv­a, vivir tiene un componente de trascenden­cia que va mucho más allá del mero tránsito mecánico por las distintas estaciones del calendario. Puestos en esa dimensión, lo que nos correspond­e es tomar conciencia de la vida como un proyecto que depende en gran medida de lo que queramos hacer de él. Vivir es, entonces, una apuesta íntimament­e consciente, que se fundamenta en la decisión de ir más allá de mero estar aquí, poniendo en ello todas las energías que están a nuestra disposició­n y a nuestro alcance, tanto en el interior como en el exterior de la persona individual­izada.

Vivir, pues, es sinónimo de desplegar la propia identidad; sobrevivir es sinónimo de conservars­e en vida. Ambas son funciones íntimament­e complement­arias, cada una con su respectiva agenda y su consecuent­e proyección. El sistema nacional tendría que responsabi­lizarse de garantizar a cabalidad esas dos funciones, de tal manera que cada persona pueda contar con los insumos materiales y anímicos para desarrolla­rse sin obstáculos ni carencias.

En tal sentido, hay que hacer las remodelaci­ones estructura­les y coyuntural­es del caso, para que los tres actores que antes mencionába­mos –familia, escuela y sociedad– estén capacitado­s en todo momento para ir por delante de las exigencias de la realidad, que se transforma a cada paso.

Tanto la vida como la superviven­cia demandan atención permanente, y hay que prestarla en la magnitud requerida. Y en ninguna circunstan­cia habría que perder de vista que lo humano está siempre en el centro de todo lo demás.

“La lluvia de los últimos años no es la adecuada para lograr la infiltraci­ón necesaria en los mantos acuíferos”. FELIPE RIVAS, PRESIDENTE DE ANDA

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Nuevo pozo. ANDA habilitó un nuevo pozo en la planta de bombeo La Sultana, ubicada en Antiguo Cuscatlán, La Libertad. Con esto esperan mejorar el servicio a cerca de 6,000 usuarios.
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