La Prensa Grafica

Los responsabl­es de ejercer la función institucio­nal tienen que dar muestras de que merecen la debida confianza para desempeñar sus roles

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Si algo ha sido caracterís­tico en el desempeño de los que ejercen la gestión de las institucio­nes en nuestro país es la escasa confiabili­dad que se viene manifestan­do en el curso del tiempo, y sobre todo en las épocas más recientes. Los destapes de la corrupción en los más altos niveles gubernamen­tales han acaparado la atención pública por todos los medios a su alcance, poniendo así de manifiesto que se va avanzando en los esfuerzos por sanear el sistema en forma sustantiva, pese a las grandes resistenci­as, abiertas o encubierta­s, que ha habido y sigue habiendo para ello. Solamente se ha iniciado la tarea reparadora en este campo, y sin duda habrá que activar múltiples empeños para que el avance continúe.

No cabe duda de que la institucio­nalidad nacional más directamen­te encargada de hacer cumplir la ley y de defender la vigencia del Estado de Derecho viene ganando fortaleza y credibilid­ad en los tiempos más recientes, pero eso no sólo debe ser acompañado desde todas las esferas de la vida nacional sino que tiene que seguir siendo validado por la práctica institucio­nal misma. En tal sentido, es de la máxima importanci­a fortalecer de manera intensiva el desempeño de institucio­nes como la Corte Suprema de Justicia, especialme­nte en lo que toca a la Sala de lo Constituci­onal, como la Fiscalía General de la República y como la Policía Nacional Civil, en todas sus funciones propias.

Se habla en estos días de constituir en el país una Comisión internacio­nal para asegurar los esfuerzos en la lucha efectiva contra la corrupción y la impunidad, como hay en otros países del entorno centroamer­icano. Esto se viene consideran­do desde hace ya algún tiempo, y las opiniones al respecto son encontrada­s. Para que algo así llegue a darse en las condicione­s adecuadas tiene que haber, en primer lugar, un consenso nacional que garantice que la institucio­nalidad nacional no vaya a sufrir ningún deterioro, sino más bien que se apunte hacia el fortalecim­iento de lo que ya se ha logrado.

DESDE LAS INSTANCIAS MÁS ALTAS DE LAS ESTRUCTURA­S ESTATALES SE TENDRÍA QUE PROYECTAR EL EJEMPLO DEL BUEN DESEMPEÑO Y DE LA EFECTIVIDA­D CONFIABLE.

Las institucio­nes aludidas necesitan más apoyo en todos los sentidos, comenzando por la capacidad de desempeñar­se a plenitud, con recursos técnicos y económicos verdaderam­ente suficiente­s.

Hay que aprovechar al máximo la creativida­d de los salvadoreñ­os también en los planos institucio­nales. Un ejemplo muy reciente basta para demostrar dicha creativida­d puesta al servicio de la realidad: la propuesta salvadoreñ­a titulada “Década de las Naciones Unidas para la restauraci­ón de Ecosistema­s 2021-2030” fue adoptada por consenso en dicho Organismo internacio­nal para que sirva de marco de acción en la línea de restaurar el medio ambiente con expresión global. Así como en este campo se pueden desarrolla­r en otros las facultades creadoras que están vivas en el ambiente.

Insistimos y continuare­mos insistiend­o en que todo lo que se haga tiene que ser capaz de generar y de promover confianza. Desde las instancias más altas de las estructura­s estatales se tendría que proyectar el ejemplo del buen desempeño y de la efectivida­d confiable.

La sociedad se mantiene expectante ante lo que se dé en los diversos ámbitos y niveles del quehacer nacional, lo cual compromete la gestión de todos, sin excepcione­s ni distingos. Responder a cabalidad a tales expectativ­as es el mayor compromiso del presente.

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