Cada momento tiene su propia lógica y hay que identificarla con propiedad para no estar peleando hoy batallas del pasado
Si algo nos está enseñando el desarrollo de los acontecimientos en el momento actual es que tenemos que ubicarnos en dicho momento para poder darles respuestas adecuadas a los retos y a los reclamos que se nos presentan a diario en todas las formas imaginables. En nuestro país jamás se les ha prestado la atención pertinente a los distintos movimientos y matices del fenómeno evolutivo que nunca deja de estar aquí, y por eso crece constantemente la sensación de que siempre vamos al azar, sin tener a la mano una hoja de ruta que nos defina el avance ni una brújula que nos oriente en el trayecto. Ante tal situación, que alienta las incertidumbres, estimula los desencantos y promueve las frustraciones, lo que se impone siempre, y muy especialmente en la coyuntura actual, es hacer de entrada una revisión minuciosa de las condiciones propias del actual momento para impulsar los ajustes y reajustes que sean necesarios.
Tres tareas ineludibles saltan de inmediato a la vista: la necesidad de consensos básicos, el imperativo de saneamiento institucional y el apremio de responder a las aspiraciones ciudadanas con oportunidades accesibles. No es necesario hacer ningún estudio especializado para llegar a identificar dichos requerimientos inaplazables. Es la misma realidad cotidiana la que los pone en evidencia; y, por ende, nadie puede sentirse autorizado para ignorarlos sin tener que pagar luego las consecuencias correspondientes.
Los consensos están siempre en el trasfondo de la funcionalidad democrática, y el no haberlo reconocido así en el transcurso de la experiencia recorrida a lo largo de las décadas más recientes nos ha puesto en una situación cada vez más inestable e insegura en todos los órdenes. Los salvadoreños tenemos que ir al encuentro de nuestras propias posibilidades y de nuestros propios desafíos, para poder integrar una línea de acción que logre resolver los problemas del presente para dejar despejada la línea hacia el futuro, que tendrá su correspondiente problemática.
Hay que sanear constantemente las instituciones con miras a que puedan ser capaces de desempeñarse con la eficiencia debida dentro del respeto estricto a la lógica democrática que están llamadas a promover. Dicho saneamiento debe tener como propósito principal hacer que el cuerpo institucional pueda estar listo en todo momento a darle sustentabilidad al desarrollo, que es lo que los salvadoreños venimos reclamando desde siempre. Se habla de oportunidades, pero sin mencionar la necesidad de sustentar dichas oportunidades; y a esto hay que apuntarle en forma sistemática y visionaria.
El momento actual presenta condiciones muy diferentes a las de los momentos anteriores, y eso hay que destacarlo para no insistir infructuosamente en los viejos métodos y en los objetivos caducos. Si bien hay muchos aspectos por aclarar en lo que se refiere a las dinámicas nacionales enfiladas hacia el futuro, lo que sí es indudable es que hay que abrir horizontes para poder identificar metas alcanzables. Esto es vital si queremos superar las incertidumbres y dirigirnos a las realizaciones.
Hay que moverse estratégicamente hacia el progreso, con sensatez y con visión. Es lo que los salvadoreños tenemos como tarea inmediata, tomando en cuenta que hay grandes dificultades pero a la vez muchísimas opciones de mejoramiento. Hagámonos cargo de todo.
SE HABLA DE OPORTUNIDADES, PERO SIN MENCIONAR LA NECESIDAD DE SUSTENTAR DICHAS OPORTUNIDADES; Y A ESTO HAY QUE APUNTARLE EN FORMA SISTEMÁTICA Y VISIONARIA.