CUATRO DÉCADAS dedicadas a la INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Nació en el Hospital Rosales. Soñó con ser neurocirujana, pero terminó siendo doctora en Química. Trabajó década y media como investigadora científica en Cuba y lleva 25 años impulsando la investigación científica en el país.
Aún no había cumplido 18 años cuando se agenció una beca para estudiar en la Facultad de Química de la Universidad Estatal de Moscú, Mijail Lomonósov. Entonces, solo habían seis extranjeros admitidos: tres vietnamitas, una finlandesa, el príncipe de Laos y ella. “Era una universidad muy competitiva”, recordó Erlinda Hándal, quien desde hace una década es viceministra de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación.
Nació en el Hospital Nacional Rosales, fue matriculada en el kínder Santa María Goretti y luego realizó todos sus estudios desde primaria hasta bachillerato en el Instituto Miguel de Cervantes Saavedra. Se había matriculado en la Universidad de El Salvador (UES) con el sueño de ser neurocirujana, pero su salida del país fue casi una obligación cuando el conflicto armado interno cerraba constantemente la UES.
“Cuando se vino toda aquella crisis política horrible fue cuando opté por solicitar becas a Japón, a Chile, a infinidad de posibilidades y fue que me salió la de la Unión Soviética. Para ese momento, ya había desistido de estudiar Medicina, por varias razones, y como Química siempre había sido mi segunda opción, me fue fácil hacer el cambio de carrera”, contó.
Obtenidos sus títulos de Licenciatura y de Maestría en Química Inorgánica no perdió tiempo en seguir con una especialización, por lo que estudió un Doctorado en Ciencias Químicas.
Más tarde, dejó la Unión Soviética y viajó a Cuba, donde trabajó en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), una entidad por la que también pasaron otros investigadores de alto nivel que más adelante crearon en la isla el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el Centro de Investigaciones del Ozono, el Centro de Inmunología Molecular, el Centro de Inmunoensayo y el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria, entre otras organizaciones científicas.
Sobre la década y media que laboró para el CNIC, desde 1980, afirmó: “Fue una experiencia maravillosa... El CNIC fue la casa madre de toda esta serie de centros
“Casi me he olvidado ya de mis hobbies y de mi forma de ser. No tengo tiempo ni para ir a la playa, no tengo. Este trabajo como viceministra absorbe todo mi tiempo, tanto que espero no solo recuperar mis derechos ciudadanos, sino recuperar mi vida; porque le he dedicado todo el tiempo posible a este empeño de país”.
ERLINDA HÁNDAL VEGA
de investigación y yo estuve en todo el servidero. Aprendí muchísimo”.
Durante todo ese tiempo se dedicó a la extracción de metales a partir de minerales. Por aquella época se descubrió que había un elemento químico que portaba una serie de elementos muy raros que pocos minerales contienen y que son útiles en la industria informática; y Cuba estaba en ese esfuerzo de introducirse al ámbito informático, así que se les asignó la tarea de aislar indio, usado para fabricar equipo informático.
“Una tarea terrible. No crea que todos esos metales están allí en la naturaleza así nomás, no, están como impurezas en los minerales. Cómo hacer la digestión de aquella matriz mineral y de allí tomar selectivamente solo el indio y llevarlo al estado metálico no crea que era cosa fácil, pero le dimos ese logro a Cuba”, explicó.
Todos esos conocimientos y toda esa experiencia culminaron más adelante en el registro de varias patentes en Cuba. La primera, sobre extracción de cobalto y níquel a partir de lateritas cubanas (suelos propios de regiones cálidas). También un producto natural que se usa para el tratamiento de cánceres.
DE VUELTA EN CASA
Casada en Moscú con un salvadoreño, con tres títulos universitarios, con sus primeras patentes registradas en Cuba y con un hijo que en la actualidad ronda los 35 años, Erlinda regresó a El Salvador en 1994.
“Yo vine en 1992 a ver cómo estaba el país y lo encontré destruido, como cualquier país de la posguerra reciente. Así que comencé a hacer gestiones para poder venir a levantarle el perfil académico a la Universidad Nacional en la parte de Química e incentivar el desarrollo de la investigación científica”, recordó.
La Facultad de Química de la UES estaba sumida en una pobreza tal que la vidriería que usaban los alumnos había sido comprada por los docentes a las señoras que venden frascos usados en el mercado Zacamil, recordó, “pero yo valoro el trabajo que habían realizado, era heroico, porque se las supieron arreglar en medio de todo aquel tumulto, una época muy difícil”, destacó.
En la UES trabajó desde 1994 hasta un día antes de asumir como viceministra de Ciencia y Tecnología, el 1.º de junio de 2009. Durante esta otra década y media, el primero de sus aportes fue la creación del Consejo de Investigaciones Científicas de la universidad.
El organismo levantó una base de datos sobre las iniciativas de desarrollo científico y tecnológico que llevaban años acumuladas en la alma mater sin avanzar, y ese documento sirvió para solicitar ante la Asamblea Legislativa el primer presupuesto para investigaciones científicas de la UES.
Por otra parte, fundó el primer Laboratorio de Síntesis Química de la historia de El Salvador y de Centroamérica, junto al fallecido Armando Bukele Kattán, padre del presidente electo de la república. “De ese laboratorio salieron seis patentes”, anotó.
Está por finalizar su paso por el Ministerio de Educación, que también sumará en junio una década más de trabajo, y con miras de seguir su vida profesional desempeñándose como investigadora, Erlinda compró parte de la vidriería del laboratorio que había fundado con Bukele Kattán, cuando cerró sus puertas el año pasado, y ha solicitado al presidente que la pase como investigadora del Centro de Investigaciones Científicas de El Salvador (CICES), otra dependencia del Ministerio de Educación, y asumir ad honorem sus últimos días en el cargo de viceministra.
Cuando se le pregunta sobre cómo ha sido el camino de una mujer en el área de la ciencia y la tecnología no duda en afirmar categóricamente “duro. Muy, muy duro”. “Hay mucha incomprensión hacia el tema del desarrollo científico y tecnológico, aunque siempre hay personas con las que sí se puede trabajar. Yo he tenido la suerte de ejercer mi profesión como química, pese a las críticas y a los chismes; todo eso no importa, lo que sí importa es el desarrollo del país, no la manipulación política que se le dé a este tema”, observó.