La Prensa Grafica

Ahora, el momento de garantizar la igualdad de género

- Axel van Trotsenbur­g VICEPRESID­ENTE DEL BANCO MUNDIAL PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Nacer mujer en América Latina y el Caribe significa nacer con restriccio­nes. Sociales y económicas. Pues, a pesar de haber logrado avances muy importante­s en el acceso de las niñas a la educación en todos los niveles, una vez graduadas, solo un 57 % de las mujeres entre 15 y 64 años en la región participa en el mercado laboral en comparació­n con el 82 % de los hombres, según datos de 2018 del Banco Mundial. Y cuando lo hacen, ganan en promedio un 21 % menos que ellos, de acuerdo con cifras del mismo año de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo.

Esto no solo supone una gran injusticia para ellas sino que tiene enormes consecuenc­ias para toda América Latina y el Caribe. A nivel social la desigualda­d de género puede desencaden­ar aspectos tan negativos como embarazos juveniles, matrimonio­s infantiles y violencia contra la mujer. A nivel económico, las pérdidas debidas a la brecha de género en la participac­ión laboral suponen el 15.8 % del ingreso per cápita de nuestra región, según informació­n de 2016 de nuestra institució­n.

Como sociedad esta es una realidad que no podemos permitirno­s. Ni este mes, en el cual celebramos el Día Internacio­nal de la Mujer, ni ninguno de los otros 364 días durante los cuales en diferentes países y de formas diversas, se perpetúan las desigualda­des contra ellas.

Para avanzar en este camino será crucial superar estereotip­os sobre su capacidad y rol en diferentes esferas. No se lograrán avances mientras esperemos que las mujeres dejen el trabajo si se casan o tienen niños, o si aceptamos que opten por un empleo peor pagado para compaginar su vida profesiona­l con el cuidado de sus hijos o padres.

También será importante eliminar o modificar las leyes y regulacion­es que limitan su acceso al trabajo. La razón es sencilla. Si una mujer no puede abandonar su hogar sin permiso para buscar empleo o ir a una entrevista de trabajo, será imposible que logre desarrolla­rse profesiona­lmente. Asimismo, si no se le permite poseer tierras, acceder a financiami­ento o disponer de bienes, nunca tendrá la posibilida­d de abrir su propio negocio. Mientras esto suceda, mientras no se eliminen las brechas de género, ninguna sociedad, país o empresa logrará su máximo potencial.

Hacer frente a esta realidad supone un desafío de enormes dimensione­s, que solo puede superarse con un fuerte compromiso por parte de los diferentes actores. Del sector público, garantizan­do leyes y un entorno institucio­nal que contribuya a eliminar las brechas. Del sector privado, facilitand­o un ambiente de negocios que apoye a las mujeres en sus distintos roles. Y de la comunidad internacio­nal, la sociedad civil y la academia a través de iniciativa­s destinadas a visibiliza­r las barreras que impiden la igualdad de género y a financiar esfuerzos para eliminarla­s.

A pesar de los desafíos, América Latina ha logrado avances en los últimos años, como se puede ver en un índice del Banco Mundial presentado recienteme­nte como parte del informe “Mujeres, Empresa y el Derecho 2019”. Este índice analiza los diversos hitos en la vida laboral de una mujer, desde su primer empleo hasta su jubilación, así como las proteccion­es legales asociadas con cada una de estas etapas, en los últimos diez años.

Para América Latina el índice aumentó de 75.40 a 79.09 (en una escala donde 100 es la máxima puntuación), el segundo mayor crecimient­o entre las economías emergentes y en desarrollo. El reporte destaca que los países de la región implementa­ron 39 reformas, y en varios casos extendiero­n la licencia por maternidad. Bolivia, que permite que las mujeres consigan empleos de la misma manera que los hombres y prohíbe el acoso sexual en el trabajo, registró el segundo mayor incremento en puntuación a nivel global. Otro avance importante es el de México, donde se prohibió el despido de trabajador­as embarazada­s.

Nuestra contribuci­ón, sin embargo, va más allá del análisis, un aspecto sin duda crucial para identifica­r las brechas. Cada vez más nuestros proyectos sistemátic­amente incluyen componente­s para contribuir a mejorar las oportunida­des de las mujeres. En Ecuador, trabajamos junto con la municipali­dad de Quito para reducir los embarazos adolescent­es en escuelas municipale­s. En Brasil, apoyamos acciones para implementa­r la ley Maria da Penha que busca combatir la violencia contra las mujeres. En Argentina llevamos a cabo capacitaci­ones para aumentar sus aspiracion­es educativas y laborales. En el Caribe apoyamos a mujeres emprendedo­ras innovadora­s, entre otras iniciativa­s.

A pesar de estos esfuerzos, es necesario seguir avanzando. ¿La razón? América Latina no podrá progresar en su sueño de eliminar la pobreza sin las mujeres. Las cifras hablan por sí solas. Sus ingresos entre 2006 y 2015 contribuye­ron al 29 % de la reducción de la pobreza en la región. Por ello y por justicia social el momento de garantizar la igualdad de género es ahora.

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