Bukele comparte con embajadora y secretario SICA
Fortalecimiento de relaciones de cooperación fue el punto común con ambos funcionarios.
“Con Ana Elena Moser el presidente electo trató apoyo a la siembra de cacao, gobierno digital, reforma educativa y del fortalecimiento de las relaciones”. EQUIPO DE PRENSA NAYIB BUKELE, EN COMUNICADO OFICIAL
El presidente electo de la república, Nayib Bukele, se reunió durante el fin de semana con el secretario general del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), Vinicio Cerezo, así como la embajadora de Ecuador en El Salvador, Ana Elena Moser Cazar. Con ambos funcionarios, Bukele trató temas de cooperación de cara al próximo quinquenio. Según un comunicado emitido por su equipo de prensa, el futuro mandatario abordó con Cerezo “la importancia de continuar fortaleciendo los mecanismos y esfuerzos para la integración de Centroamérica en el área aduanera, de derechos humanos y de comercio multilateral, tomando en cuenta que actuando como bloque es más fácil lograr el desarrollo económico y social para los países miembros”.
Luego, Bukele sostuvo un encuentro con Moser con quien trató temas de “apoyo a la siembra de cacao, gobierno digital, reforma educativa y del fortalecimiento de las relaciones de cooperación y amistad entre ambas naciones a partir del 1 de junio”, según expresa el comunicado emitido.
De esta manera, Bukele da continuidad a los acercamientos con los distintos países y organismos internacionales luego de haber realizado gira por Estados Unidos con el fin de fortalecer los vínculos entre
ambos países.
CRITICA EL LOGO
Entre tanto, ayer Bukele también realizó algunas críticas, de manera abierta, al logo que fue utilizado por el gobierno saliente del presidente Salvador Sánchez Cerén.
“Este sí era un logo feo (...) como que lo hicieron en paint. De seguro hasta pagamos de nuestros impuestos por el ‘diseño’”, escribió Bukele en su cuenta de Twitter en referencia a uno de los programas de diseño gráfico usado en la década anterior.
El presidente electo ha tenido un enfrentamiento con el actual gobierno en las últimas semanas que incluso, según manifestó, llegó al punto de suspender las reuniones de trabajo para la transición gubernamental, debido a que “el FMLN de manera oficial dice una cosa y de manera extraoficial dice otra”. El Salvador fue un país completamente marginal durante la larga etapa en que el mundo estuvo dominado por la perversa lógica de la bipolaridad que acabó manifestándose en la llamada Guerra Fría. Sin embargo, nuestra realidad nacional comenzó a hacerse presente como una expresión crecientemente actualizada a partir de los años 60 del pasado siglo, cuando la conflictividad interna apuntó hacia la expresión bélica que venía tomando forma desde hacía largo tiempo. Cronológicamente, nuestra guerra interior entró en su fase de puesta en acción cuando los mecanismos de la Guerra Fría iban entrando en fase de desactivación, aunque casi nadie se diera cuenta. Y el conflicto salvadoreño estalló ya en las antesalas del colapso de la bipolaridad mundial.
Dicho colapso se hizo presente en 1989, y nuestra guerra concluyó en 1992. El mundo se abría a una nueva conjunción de fuerzas y nuestro país hacía lo mismo a su manera. Parecía que la canción emblemática de Frank Sinatra –My Way– se graficaba por todas partes con las respectivas variantes melódicas. Pero hubo un significativo detalle diferenciador en aquel momento: mientras en el mundo se instalaba de inmediato una creciente incertidumbre sobre lo que podría pasar con la multipolaridad, en El Salvador el hecho de que las dos fuerzas políticas emergentes del conflicto tomaran presencia incuestionada hacía que se manifestara una certidumbre que no tenía precedentes.
Pero hoy, en este 2019 en que se cumplen 30 años desde que la bipolaridad implosionó irreversiblemente, lo que prevalece en todos los ámbitos de la realidad global, regional y nacional es la incertidumbre sobre lo que podría traer el avance de los aconteceres actuales, incluyendo a nuestro país. El esquema partidario que parecía inmutable hasta hace muy poco ha entrado en crisis, y eso nos pone a merced de lo que traigan las circunstancias, como ocurre por doquier. Estamos, pues, en sintonía con el acontecer global, con las peculiaridades propias de nuestra condición específica, lo cual reafirma que vamos al compás de los tiempos.
En el momento presente, el fenómeno salvadoreño es especialmente aleccionador, porque lo que se demuestra en los hechos es que nadie es capaz de imponerse como fuerza dominante y que todos –los tradicionales y los emergentes– deben someterse al juicio de la realidad, que es el que al final decide la suerte del proceso. Y eso es justamente lo que está dándose en todas partes, aun en los niveles más altos del poder mundial. ¿Cuándo hubiéramos imaginado que tal coincidencia pudiera darse? Y hoy se está dando, poniéndonos en un nivel que parecía inalcanzable.
Hay, entonces, un nuevo reto a la razón en todos los planos globales, haciendo que cada caso concreto –de países con nombre y apellido– tenga los relieves y los matices que le corresponden. Lo que más se está necesitando es hacer que la racionalidad se convierta en la fuerza conductora en todos los ámbitos del quehacer humano, comenzando por el ámbito político, que es donde se deciden las principales estrategias conductoras.
En nuestro país, tal necesidad es especialmente imperiosa, porque no tenemos costumbre arraigada de seguir tal disciplina, específicamente en la política; y lo que sí nos ayuda es que la ciudadanía viene dando ejemplo de lucidez histórica hasta en las situaciones más complejas y peligrosas, y esto puede comprobarse al identificar el hilo de los hechos a lo largo de la evolución.
Ahora les toca a los liderazgos políticos y a los que van a ejercer la conducción del proceso desde los más altos niveles gubernamentales dar el ejemplo de ejercicio racional que las circunstancias exigen. En esto no se admiten excusas, divagaciones ni desvíos.