Salcoatitán y Nahuizalco lloran a dos de sus hijos
Los dos estudiantes técnicos en electricidad tenían mucho en común: eran evangélicos, amantes de los instrumentos y llenos de amor por su carrera.
Familiares de los dos jóvenes estudiantes asesinados el viernes por la tarde en la colonia Zacamil de Mejicanos les dieron ayer el último adiós en los cementerios generales de los municipios de Salcoatitán y Nahuizalco, ambos del departamento de Sonsonate. Gerson Alexánder Cortez Eguizábal, de 19 años, fue enterrado en la mañana en el cementerio de Salcoatitán. Su amigo y compañero de estudios Julio César Tadeo Mata, también de 19, fue sepultado por la tarde, en Nahuizalco.
Ambos jóvenes se conocían desde hacía varios años cuando iniciaron el Bachillerato en Electricidad en el Instituto Nacional Thomas Jefferson, de Sonsonate. Compartían varias actividades en común, como la religión cristiana evangélica, la música y la carrera en electricidad.
Cortez pertenecía a un grupo juvenil y se congregaba en la iglesia Santa Sión, de Salcoatitán. Tocaba la guitarra y el saxofón.
Tadeo impartía clases en la escuela dominical para jóvenes en la iglesia Apóstoles y Profetas, del cantón Sisimitepec, en Nahuizalco.
El amor por la energía los impulsó a ambos a seguir estudiando un Técnico en Electricidad en el Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA) de Santa Tecla.
A esta institución asistieron el viernes en la mañana a su última clase. Salieron antes del mediodía con destino a abordar un autobús de la ruta 205 en la terminal de occidente de San Salvador, con la idea de regresar a sus respectivas casas.
Decidieron abordar hasta la terminal porque el paso de la autopista Los Chorros estaba cerrado por los derrumbes ocurridos ese día en la madrugada.
Se sospecha que al abordar un bus urbano hacia la terminal pudieron ser privados de libertad por desconocidos y que después los asesinaron en Mejicanos.
Ese día, las autoridades no pudieron identificar a los jóvenes y hasta el momento también desconocen la forma en que desaparecieron y a los responsables del crimen.
Las personas que los conocieron apuntaron que eran muchachos con deseos de superación y que todos los días se juntaban a las 4:30 de la madrugada en la terminal de Sonsonate para viajar con destino a su casa de estudios en Santa Tecla.