Hay grandes problemas pendientes y habría que dedicarse a resolverlos sin evasivas inútiles ni maniobras de ocasión
Si algo ha sido una práctica reiterada y perversa en nuestro ambiente es la tendencia a ir dejando de lado lo verdaderamente importante para dedicarse al juego de las pequeñas rencillas y de las descalificaciones inútiles. Esta ha sido y sigue siendo una de las causas principales, si no la principal, para que la ciudadanía venga acumulando desencanto y frustración a lo largo del tiempo, hasta que llegó el momento en que tales sentimientos ocuparon las urnas para proyectarse en forma de mensajes de rechazo y de advertencia dirigidos a las dos fuerzas políticas que venían alternándose en el ejercicio de la conducción nacional. Eso es lo que se dio, como ya se ha dicho tantas veces, en las elecciones del 4 de marzo de 2018 y del 3 de febrero de 2019.
Puestos en la coyuntura actual, los salvadoreños nos hallamos abocados a una prueba de efectividad institucional y de seguimiento ciudadano que no tiene precedentes de la misma magnitud. Desafortunadamente, los signos que van apareciendo en el día a día son hasta la fecha muy reveladores de que las fuerzas y los liderazgos políticos, incluyendo el de aquellos que van a ejercer función gubernamental a partir del próximo 1 de junio, no parecen asumir la debida conciencia de que hay que cambiar las prácticas en el terreno de los hechos para pasar de veras a una funcionalidad que tenga sentido sanamente transformador, como la misma realidad está demandando.
Los políticos en acción, independientemente de la línea que representen y de la posición que ocupen y que vayan a ocupar, están llamados con apremio insoslayable a asumir un comportamiento que tanto en el día a día como en perspectiva responda en forma prioritaria al servicio de los intereses ciudadanos y del bien común, que son las metas que la democracia les pone a todos aquellos que se mueven dentro de ella. Y en tal sentido hay que darle verdadera vigencia al concepto de que en las condiciones actuales de la realidad lo nacional y lo internacional deben ir estrechamente de
LO QUE LA REALIDAD DEMANDA, PRINCIPALMENTE POR VOZ DE LA CIUDADANÍA, ES QUE NO SE SIGA PERDIENDO TIEMPO IRRECUPERABLE EN LA CONFLICTIVIDAD ESTÉRIL. HAY QUE DEDICARSE A TRABAJAR POR EL PAÍS DESDE TODOS LOS ESPACIOS POLÍTICOS Y SOCIALES.
la mano; y, por consiguiente, El Salvador debe garantizar que actúa en ambos campos con la inteligencia y con la responsabilidad debidas.
Una de las más graves deficiencias del manejo político y gubernamental sucesivo consiste en haberse dedicado obsesivamente a lo inmediato, como si no hubiera perspectivas, poniéndole énfasis a lo más superficial, que en este caso son las disputas personalistas y los enfoques basados en ocurrencias ocasionales. Eso hay que superarlo de inmediato para que el país se mueva de veras hacia adelante.
Lo que se espera es que en los meses y los años por venir se produzca un esfuerzo concertado en la línea de darle a la problemática nacional los debidos tratamientos para ir alcanzando las adecuadas soluciones para cada uno de los problemas que hay que encarar. Y subrayamos el punto de la concertación porque ahí está la clave del proceder inteligente y efectivo.
Lo que la realidad demanda, principalmente por voz de la ciudadanía, es que no se siga perdiendo tiempo irrecuperable en la conflictividad estéril. Hay que dedicarse a trabajar por el país desde todos los espacios políticos y sociales.