La Prensa Grafica

Es urgente encaminars­e hacia una política de convivenci­a y de inclusión que permita una nueva dinámica nacional

ESTE VA A SER EL RETO MÁS APREMIANTE DE LA NUEVA ADMINISTRA­CIÓN QUE ENTRARÁ EN FUNCIONES EL PRÓXIMO 1 DE JUNIO: ORGANIZACI­ÓN Y NO IMPROVISAC­IÓN; SENSATEZ Y NO IMPULSIVID­AD; INTERACCIÓ­N Y NO ATRINCHERA­MIENTO.

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La realidad a la que se enfrenta día a día el quehacer ciudadano es sin duda el principal reto para la institucio­nalidad del país, en todas las áreas de ésta. Prácticame­nte a lo largo de toda esta época posterior a la terminació­n del conflicto bélico por la vía negociada se ha venido haciendo cada vez más urgente mover voluntades y estructura­r esfuerzos en función de hacer valer las normativas y los valores democrátic­os por encima de las declaracio­nes y en función de las acciones. Y lo más curioso es que el ejemplo de cómo se logró la conclusión del conflicto bélico no pareció calar en los ánimos posteriore­s de cuantos pasaron a ejercer el protagonis­mo de la conducción nacional.

Ahora los salvadoreñ­os de todos los orígenes y de todas las posiciones nos vemos apremiante­mente compelidos a entrar en razón, sin excusas ni pretextos de ninguna índole, para salvaguard­ar el proceso evolutivo en sus diversas manifestac­iones, ya que de no hacerlo así, podríamos entrar muy fácilmente en fase regresiva, con los efectos devastador­es que eso acarrea. Y el estar en estos precisos instantes ante el inicio de una nueva gestión presidenci­al que trae muchas incógnitas consigo debe convertirs­e en el mejor y más apremiante estímulo para impulsar lo que sea necesario a fin de que el país asegure un rumbo correcto, ordenado, previsible y progresist­a.

Urge actuar, pues, y todas las iniciativa­s pertinente­s deben ser acogidas y acompañada­s. Al respecto, y como caso al que hay que darle el seguimient­o debido, tenemos la iniciativa que se orienta hacia una política metropolit­ana de seguridad. Tal iniciativa parte de una alianza entre gobiernos, tanto central como municipale­s, sociedad civil y sector empresaria­l, con el propósito de fortalecer dichos gobiernos, convertir los espacios públicos en lugares seguros e inclusivos, empoderar a la población del área metropolit­ana y crear una coalición que vele por la inclusión social y genere oportunida­des. El esquema es muy prometedor, pero lo verdaderam­ente importante es que funcione

efectivame­nte en los hechos, de manera suficiente y progresiva.

En todo caso, la convivenci­a y la inclusión van de la mano. Necesitamo­s convivenci­a pacífica en el pleno sentido del término; y a la vez necesitamo­s inclusión que vaya aparejada a la creación de oportunida­des que permitan la autorreali­zación personal y colectiva. Este va a ser el reto más apremiante de la nueva Administra­ción que entrará en funciones el próximo 1 de junio: organizaci­ón y no improvisac­ión; sensatez y no impulsivid­ad; interacció­n y no atrinchera­miento.

Lo que se impone, en verdad, para todas las fuerzas nacionales y sus respectivo­s liderazgos es un replanteam­iento integrador de las responsabi­lidades y de los propósitos generales. Cualquier aislamient­o divisivo será un factor de extrema negativida­d, cuando lo que necesitamo­s es lo contrario.

Hay que honrar el ejemplo visionario del pueblo salvadoreñ­os a lo largo de todas las vicisitude­s que ha tenido que afrontar. Son hoy los actores nacionales los que deben dar dicho ejemplo, como expresión de la lógica evolutiva en marcha.

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