RESURRECCIÓN VIRTUAL
Se miró en el espejo que parecía a punto de cerrar los párpados, y dijo en voz tenue: --Dicen que me toca morir, pero en mi interior todo se rebela contra ese mandato… La imagen reflejada le envió entonces una señal de prudencia, como diciéndole: “No te opongas de manera frontal a los mandatos supremos”. --¿Y qué hago entonces: me resigno? En la habitación rinconera la luz se fue haciendo borrosa, hasta quedar convertida en un refugio penumbroso. Él se apretó el pecho con los brazos y aspiró el aire retenido como si quisiera apropiarse de él para siempre. De ese aire brotó un suspiro con voluntad de susurro: --“Si te animas a convertirte en imagen de ti mismo, todo estará resuelto”. --¡Hago lo que sea para no dejar de ser lo que soy y lo que he sido desde que tengo memoria! ¡Dame las indicaciones y las cumpliré al minuto y al detalle! Apareció de pronto esa figura casi etérea, pero lo suficientemente identificable para reconocerle características humanas. Se le acercó hasta poder verle a los ojos: --¿Quién eres? –le preguntó él, en forma directa. La figura se retiró un par de pasos, haciendo aletear su túnica: --Soy el que te ha enviado, y el que puede traerte de nuevo a tu estado original entre las eternas nubes; pero hoy, como bien sabes, te necesito aquí, para cumplir mi misión y la tuya, que son una sola. Tienes que morir y luego resucitar. --¡Eso es lo que no quiero! ¡Quiero seguir como estoy! ¡Ya me enamoré de la tierra y del aire! Pero alguien me dijo que si me animo a convertirme en imagen de mi mismo, puedo dejar circulando esa imagen e irme yo a peregrinar anónimamente por el mundo… --El que te dijo eso también es enviado mío. Es el nuevo jefe de mi red de comunicaciones digitales. Hay que estar al día siempre, y eso nos abarca a todos… Hagámoslo como él indica, pues. Te conviertes en imagen virtual, y en tal condición mueres y resucitas. Nadie va a advertir el recurso. Así estarás en todas partes y a toda hora, y todos te recibirán como la presencia más próxima… Y tú, el que ahora eres, podrás irte a vagar como un peregrino anónimo y feliz por este mundo que te ha ganado la voluntad…
FUNCIÓN DEL HUMO
subiendo la escalera mecánica de siempre, aunque esta vez el ascenso le produjo un amago de vértigo. La puerta estaba entreabierta, y la empujó suavemente, anunciándose: --Aquí estoy, señor. Desde bien adentro respondió una voz ronca y mecánica: --Pase y cierre la puerta. Fue la última vez que aquellas dos voces sonaron al unísono. Cuando pasaron unas horas y el silencio comenzó a llamar la atención, uno de los empleados de alto nivel se animó a abrir la puerta del despacho. Detrás de él llegaron otros de los que ahí trabajaban, atraídos por las intensas bocanadas de humo que escapaban por el hueco de la puerta. Lo que encontraron adentro fue una escena que parecía inventada para una historia de ciencia ficción. El jefe se hallaba sentado ante su escritorio y frente a él permanecía de pie el empleado a quien llamara. Sobre la superficie de madera se hallaba una hoja con un dibujo encabezado por una leyenda: “Usted ha sido escogido para acompañarme en la misión de buscarle nuevos horizontes al trabajo productivo que desempeña la empresa. Se trata de una decisión existencial que se va a activar con el auxilio de una hoguera del futuro”. Todos se quedaron inmóviles mientras el humo continuaba saliendo. Cuando el aire quedó libre se percataron de lo que ocurría. El jefe y el empleado tenían exactamente las mismas apariencias de siempre, pero parecían figuras sin vida. Hasta que empezaron a reaccionar con mecánica lentitud. Y entonces a los presentes se les activó la sospecha: todo aquel ceremonial desconocido los había dejado transformados en insensibles robots… Y la voz del jefe se dejó oír como un mandato superior: --¡Todos a trabajar, que la nueva era ya dio inicio! La empresa, que fue pionera en la innovación tecnológica estaba viniendo a menos, como si la creatividad se le agotara por falta de inventiva. El dueño, que era a la vez el CEO, comenzó a buscar auxilio, abriéndose cada vez más a los consejos enigmáticos. Nadie más que él lo sabía, y lo que se captaba desde afuera era sólo un ir y venir de personas desconocidas a su despacho. Cuando uno de los empleados de mediano relieve llegó al trabajo aquel lunes por la mañana tenía un mensaje del jefe sobre su escritorio. Curiosamente no se lo había enviado por el correo electrónico sino en una hoja manuscrita. Le indicaba que se presentara a su despacho lo más pronto posible. Era la primera vez que lo hacía en esa forma, y al empleado le dio mala espina. Acomodó las cosas que llevaba y se dirigió al despacho,