La Prensa Grafica

El reto de las fuerzas políticas está en responderl­e a la ciudadanía y en consolidar el ejercicio democrátic­o

EN LAS ACTUALES CIRCUNSTAN­CIAS EL PRINCIPAL FACTOR ORDENADOR ES LA VOLUNTAD CIUDADANA.

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La evolución es un fenómeno en permanente movimiento, que va presentand­o diversas facetas y múltiples peculiarid­ades en el curso del tiempo, y esto se hace aún más evidente cuando se está dentro de una dinámica democratiz­adora, como viene ocurriendo en nuestro país desde que pasamos a esta etapa de posguerra que lleva ya recorridas casi tres décadas. La evolución, entonces, es un continuo ejercicio de cambio, que tiene su propia lógica conforme a la naturaleza de las cosas dentro de cada sociedad; y, por consiguien­te, no depende en su base de voluntades absorbente­s, como sucede en los regímenes autoritari­os y totalitari­os, sino que responde a los dinamismos propios de cada ente nacional. Por ello, lo que estamos viviendo en El Salvador, si bien forma parte de lo que se vive hoy en el mundo, tiene caracterís­ticas muy identifica­bles y específica­s, que hay que saber valorar y manejar en concreto.

Nuestro esquema político partidario surgió del escenario de la guerra, y por ello tiene claras raíces en dicho origen. Los dos partidos que salieron directamen­te a competir democrátic­amente una vez concluido el conflicto lo hicieron dentro de un marco ideológico que en gran medida respondía a aquella bipolarida­d de la que eran herederos directos. Pero las cosas van cambiando, y luego de haber experiment­ado la permanenci­a en el ejercicio del poder y de haber vivenciado la alternanci­a en el mismo, la ciudadanía empezó a manifestar su necesidad de entrar en un nuevo dinamismo, más acorde con los tiempos y con las necesidade­s que estos van trayendo consigo.

Como los partidos ya establecid­os para liderar la competenci­a política no fueron capaces de recoger y procesar las señales que les iba mostrando la realidad por medio de la voz y del voto de la ciudadanía, ésta ha tenido que ser más contundent­e, como se vio en los comicios legislativ­os y municipale­s de 2018 y en los presidenci­ales de 2019. Ante esto, que ya no es disimulabl­e ni mucho menos ocultable, se están produciend­o movimiento­s partidario­s internos que se hallan

ahora mismo en fase de manifestac­ión, con las incertidum­bres y las vacilacion­es que se ponen de manifiesto a cada paso. De ahí tendrían que salir señales confiables y respuestas conducente­s.

Los dos partidos más fuertes a lo largo de todo este tiempo, que son ARENA y el FMLN, se hallan hoy enfrentado­s al imperativo de su propia renovación, que ya no puede ser, bajo ningún concepto, un simple juego de apariencia­s. Dichos partidos tienen que reconfigur­arse desde el fondo, no sólo para asegurar su permanenci­a como tales sino sobre todo para darle al esquema partidario la garantía de estabilida­d que es tan vital para la democracia en acción.

Hay ahora, además, una nueva fuerza en plan de aflorar, y es el partido Nuevas Ideas, que viene configurán­dose en torno a la figura del actual Presidente electo. Habrá que darle seguimient­o a dicha configurac­ión, para poder avizorar y calibrar cómo será el desenvolvi­miento del esquema partidario de aquí en adelante. Al respecto, no hay nada escrito, y habrá que ver el curso de los hechos, porque, como decíamos, lo más importante es que el esquema partidario se mantenga en forma para darle seguimient­o a la evolución democrátic­a del país.

Como es a todas luces evidente, en las actuales circunstan­cias el principal factor ordenador es la voluntad ciudadana, cuya voz gana cada vez más fuerza y capacidad de penetració­n. Esa voz tendrá que ir dando la pauta de los movimiento­s ordenadore­s por venir.

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