Mayo está por comenzar y es momento propicio para recibir y valorar sus símbolos y gozar plenamente su presencia
En nuestro calendario climático, el mes de mayo es tradicionalmente el parteaguas entre el verano y el invierno. Es decir, para decirlo más precisamente, entre la época seca y la época lluviosa del año. Es un momento del año en que se emprenden siembras y se anuncian cosechas, y por consiguiente se abren expectativas de abundancia y de prosperidad, al menos en lo referente a la tierra y a sus labores. Esto ha hecho que mayo sea un momento de augurios que se esparcen por el aire con la benevolencia de las buenas nuevas, lo cual trae también estímulos en el orden espiritual. Al iniciarse mayo, pues, hay mucho que decir, y en lo primero que tenemos que mencionar son las fechas simbólicas que se abren paso desde el primer día del mes. Mencionemos entonces tres fechas de extraordinario significado: 1 de mayo, Día del Trabajo; 3 de mayo, Día de la Cruz; 10 de mayo, Día de la Madre. La voluntad, la fe y el sentimiento puestos al hilo.
El 1 de mayo es conocido internacionalmente como Día del Trabajo o Día Internacional de los Trabajadores, y su origen en el terreno se remonta a la huelga que tuvo lugar en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, en 1886, en busca de reivindicaciones laborales básicas, específicamente en lo referente al respeto incuestionado a la jornada de ocho horas diarias de trabajo, como norma de justicia elemental. Dicho Día fue reconocido en París en 1889, hace justamente 130 años. A lo largo del tiempo, la clase trabajadora ha tenido que desarrollar un esfuerzo intensivo para evidenciar y defender sus derechos fundamentales, ya que los desbalances de poder social están presentes siempre en todas partes. Mucho se ha logrado en el trayecto histórico, pero nunca concluye la faena. Por todo eso el Día del Trabajo es una fecha de alto relieve en la vida social, aquí y por doquier. AL INICIARSE MAYO, PUES, HAY MUCHO QUE DECIR, Y EN LO PRIMERO QUE TENEMOS QUE REPARAR ES EN LAS FECHAS SIMBÓLICAS QUE SE ABREN PASO DESDE EL PRIMER DÍA DEL MES.
El 3 de mayo es el Día de la Cruz, y su simbolismo, que toca de manera muy directa y profunda nuestra sensibilidad mesoamericana, tiene raíces tanto en la cultura indígena originaria como en la cultura hispánica superveniente. Por el lado indígena, la fecha testimonia el inicio de la estación de la fertilidad, y por eso la cruz de palo de jiote, cubierta de adornos de papel de china y rodeada de frutos como los jocotes, los guineos, los mangos, los marañones y los coyoles, debe ser venerada con devoción. Si no se hace, llega la presencia demoníaca a bailar al lugar. Por el lado cristiano, en esta fecha se conmemora el hallazgo de la Cruz de Cristo por Santa Elena, madre del emperador Constantino, en el Calvario, en uno de los primeros siglos de nuestra era. Dicha Cruz fue partida y distribuida en tres direcciones: Roma, Jerusalén y Constantinopla. La de Jerusalén fue robada por los persas, y devuelta el 3 de mayo de 1816. De ahí la fecha.
El 10 de mayo es en nuestro país el Día de la Madre. Y lo señalamos así porque la celebración de la figura materna con todo lo que ello significa tiene diferentes fechas a lo largo y a lo ancho del mapamundi. El 10 de mayo es la fecha en países como El Salvador, Guatemala, México, Emiratos Árabes Unidos y Singapur. Pero el recordatorio es global, porque el rol de la madre tiene poder protagónico en todas partes, ya que es de ese seno abrigador y fertilizante de donde los seres humanos venimos, sin excepciones de ninguna índole. Los vínculos de sangre –tanto maternos como paternos– nos conectan con el origen, desde lo más remoto hasta lo más próximo. Eso es lo que el Día de la Madre y el Día del Padre nos vienen a recordar cada año, en sus respectivas fechas. Aquí el sentimiento vinculante hasta la raíz es lo que impera, y por eso el 10 de mayo suelta resonancias que nos envuelven y nos transportan sin fin.
No cabe duda de que mayo es un mes inspirador, que este año además está viniendo inmediatamente después de la Semana Santa. La Semana de Pascua concluye cuatro días antes de que mayo comience, lo cual es un empalme que debemos asumir como hilo conductor de inspiraciones. Y es que el calendario también tiene sus signos, que hay que saber reconocer para sumarnos a las iluminaciones del tiempo.
Ojalá que la época lluviosa en la que vamos entrando se mueva dentro de las previsibilidades establecidas por tradición climática. Por ejemplo que en la tarde del día 3 caiga la tormenta que siempre ha venido a visitarnos ese día.
El año va avanzando, y aunque la política parece acapararlo todo, hay siempre otras dimensiones de igual o de mayor relieve, como son la existencial, la espiritual y la ambiental. Recorrámoslas todas cada día, porque sólo así podremos lograr realización plena.