El gran pacto nacional... y nuestro próximo presidente
El 16 de enero de 1992 fue firmado el Acuerdo de Paz que oficialmente dio fin al conflicto fratricida que por 12 años desangró inmisericordemente a nuestro querido país. Muchos miles de salvadoreños asesinados por sus propios compatriotas.
A estas alturas, 27 años después de firmado el Acuerdo de Paz el derramamiento de sangre fraterna continúa inmisericordemente macabro, principalmente entre jóvenes que no vivieron la guerra de los 12 años. La pobreza, la desintegración familiar, la falta de educación y de oportunidades son principalmente las causantes de esta dolorosa situación, además de contribuir a la incontenible y numerosa migración.
El presidente electo Nayib Bukele tiene un tremendo reto para ejecutar –no para prometer para el próximo quinquenio– las acciones que contribuyan a corto plazo a eliminar o por lo menos disminuir significativamente estos tristes y dolorosos escenarios que abaten a nuestro pequeño y sufrido país. Pero todos los salvadoreños tenemos la obligación de contribuir con acciones y actitudes –respeto, amor, tolerancia y paciencia hacia nuestros prójimos, respeto y amor para nuestras familias, cumplir con nuestras responsabilidades sociales y fiscales para que la lucha gubernamental contra estas lamentables circunstancias tenga éxito a la mayor brevedad.
Pidamos unánimemente a nuestro Todopoderoso Dios que guíe y le dé sabiduría al próximo presidente para que sea el timonel correcto de la barca en que navegamos todos y que está mal enrumbada y cerca de zozobrar. Y a los señores diputados –ellas y ellos; jóvenes y no tan jóvenes– de los partidos de oposición atentamente les sugiero que sean positivos, propositivos, concertadores y que contribuyan a construir el Gran Pacto Nacional de desarrollo económico y social pero sin ser extrasumisos al Ejecutivo, porque El Salvador necesita una definición clara y fuerte de independencia de poderes ya que es necesaria, para mantener y fortalecer nuestra frágil democracia, porque de lo contrario podríamos correr el riesgo de debilitar la institucionalidad y fortaleza de alguno de los 3 poderes, lo que podría ir acercándonos peligrosamente al camino de la dictaduras de Nicaragua y Venezuela.
Al señor presidente electo le reitero mis deseos de éxito y le sugiero respetuosamente no dejarse influir por consejeros oportunistas, gangueros e incompetentes porque de lo contrario volveríamos a “más de lo mismo” y eso sería tremendamente frustrante no solo para los que votaron por usted sino para todo el pueblo salvadoreño. Necesitamos un gabinete de lujo como no se ha visto en muchas décadas pasadas. Nombres con perfiles intachables y de alta capacidad comprobada y con la valentía suficiente para luchar contra la corrupción y la ineficiencia y no dejarse manipular por ideologías caducas ni por emboscadas de injusticias que ya no deberían estar vigentes en este siglo de la tecnología que debería también ser el siglo de la solidaridad humana.
Nos urge el surgimiento de políticos y líderes sinceros, honestos y verdaderamente democráticos que enfrenten el reto de trabajar sin demagogias ni populismos, para poder conducir a nuestro lindo El Salvador hacia una era de progreso, desarrollo social y económico, paz, seguridad, esperanza y libertad.
De parte de un abuelo guanaco y de otros muchos miles que queremos un mejor país para nuestros hijos y para nuestros nietos, del que nadie quiera emigrar.