JESÚS, EL SOCORRISTA AL QUE MATARON SIN RAZÓN APARENTE
A unos 100 metros, detrás de la línea amarilla que puso la policía, lo observan incrédulos sus familiares, compañeros y vecinos. Jesús Antonio Alas Guevara llegó por la madrugada a su casa luego de su turno como socorrista. Descansó un rato y se quitó la camisa blanca con la cruz roja para ponerse una del Barcelona. Luego tomó su bolsón y salió a la carretera a esperar el bus que lo llevaría a la ferretería donde laboraba. Pero no pudo abordar el transporte público porque en un momento, del que casi no hay testigos, un hombre se le aproximó y le disparó en la cabeza aparentemente con un revólver. Varios oyeron el sonido del disparo, pero pocos imaginaron que era para él.
Lidia Pérez fue una de las que oyó aquel eco, pero con la carretera tan cerca supuso que se trataba de un choque. Llegó normal a su trabajo en la unidad de salud de Guazapa y fue ahí donde todos comenzaron a decirle que sentían lo que le había pasado a su compañero. Lidia y Jesús eran voluntarios en la Cruz Roja.
“Yo lo conozco desde hace mucho. Él hizo un curso de primeros auxilios y después de eso dijo que quería quedarse en la Cruz Roja. Estuvo en muchos sucesos importantes, colaborando y ayudando a la gente”, rememoró Lidia.
Jesús tenía 20 años en la Cruz Roja. Igual brindaba primeros auxilios o manejaba una ambulancia, lo que fuera con tal de ayudar.
“Cruz Roja Salvadoreña lamenta profundamente el fallecimiento de Jesús Antonio Alas Guevara, de 40 años de edad, voluntario socorrista de la seccional de Guazapa desde 1998 y quien fue asesinado en las primeras horas de esta mañana. El hecho no está relacionado con la actividad que realizaba como voluntario de nuestra institución, pero estamos consternados por lo sucedido y nos solidarizamos con su familia en todo lo necesario. Hacemos un llamado a la población salvadoreña a respetar el trabajo que hacemos en las comunidades”, manifestó el presidente de la Cruz Roja Salvadoreña, Benjamín Ruiz Rodas, horas más tarde.
Otro de sus compañeros asegura que Jesús era una persona demasiado calmada para ser el objetivo de los delincuentes. Dijo que llevaban cinco años sin perder a un elemento por cuestiones ligadas con la violencia, aunque tiene claro que en El Salvador pocos pueden escapar de esa realidad.
“Él ya era jefe de brigada y era una persona carismática no solo con nosotros, sino con toda la gente que lo conocía. En la Cruz Roja todos somos familia y es como perder un hermano”, declaró José Hernández, también miembro del cuerpo de
“Yo tenía bastante confianza con él y me contaba todo lo que hacía. Nunca me dijo que tuviera amenazas o problemas con alguien”. MARVIN TOBÍAS, SOBRINO DEL FALLECIDO
socorro.
La policía dice que en la zona donde vivía Jesús impera la Mara Salvatrucha y que del otro lado de la carretera tiene presencia una estructura del Barrio 18. Pero no es común ver que maten a alguien a la orilla de la vía, tal como lo hicieron ayer. Esa es una razón para que sus amigos y familia duden más sobre lo sucedido. “Yo tenía bastante confianza con él, me contaba todo lo que hacía y si algo le salía mal. Pero nunca me dijo que tuviera amenazas o problemas con alguien. Él no se metía con nadie”, manifestó Marvin Tobías, su sobrino. Jesús le ayudaba a Marvin con el pago de sus estudios y le dijo que lo haría hasta donde él pudiera, pero no se imaginó que esa frase tomaría más sentido ayer. “Tenía un hijo pequeño, de seis años, pero no vive con él. Aún no le decimos lo que le pasó a su papá, pero el niño es muy listo y no tardará en darse cuenta de que algo está mal, porque lo veía cada semana”, agregó.
El mismo Marvin tuvo que pasar la cinta amarilla una vez llegó la fiscalía a realizar el levantamiento del cadáver. Recogió el bolsón de su tío y lo revisó. Después de eso metieron a Jesús en una bolsa blanca y se lo llevaron, mientras sus familiares se despedían del tío, del hermano, del padre, del empleado, del socorrista, del salvadoreño que ayer fue asesinado sin una razón aparente.