La modernización permanente debe ser asumida como un compromiso esencial para que el país pueda salir adelante
En palabras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), El Salvador está apremiantemente necesitado de impulsar el desarrollo inclusivo y sostenible. Como hemos venido remarcando desde hace largo tiempo, nuestro país debe hacer un giro sustancial en sus enfoques, estrategias y tratamientos de los problemas y de los desafíos que tenemos entre manos, y que se han venido manifestando cada vez con más intensidad a medida que avanza la época posterior al fin del conflicto armado, y que se sigue conceptualizando como “posguerra”, aunque evidentemente tal concepto no puede aplicarse de manera indefinida, porque lo que se abre después de un tiempo prudencial es una nueva etapa evolutiva, que es verdad donde ya estamos.
En ese informe del BID al que hacemos referencia se puntualizan 4 desafíos básicos: el esfuerzo fortalecedor del capital humano, el mejoramiento progresivo de la infraestructura, el perfeccionamiento de la institucionalidad y la ampliación de las oportunidades productivas con innovación e inversión adecuadas. Es de destacar que todas estas puntualizaciones han estado y siguen estando muy presentes en los diversos análisis sobre el fenómeno nacional que se producen dentro del ámbito interno y en los planos internacionales. Es decir, la temática en cuestión no es nueva en ningún sentido, y por eso resulta totalmente injustificable que hasta este momento no se haya dado una apertura práctica hacia las iniciativas y las soluciones pertinentes.
Hay amagos dispersos de tratamiento e ideas sueltas para encarar la problemática; pero no hay planes suficientes ni estrategias definidas que los accionen. Ahí podemos ubicar, entonces, el origen de la apreciación ciudadana en el sentido de que el país va por el “rumbo incorrecto”, que es el rumbo de la improvisación y de la irresponsabilidad que siempre la acompaña.
Temas específicos de primer orden como el tratamiento del agua, el manejo de la tramitología, la lucha contra la impunidad y la corrupción, el sano desempeño de las instituciones públicas, la innovación
NI MEDIDAS SUELTAS, NI IMPULSOS REPENTINOS: LO QUE LAS CIRCUNSTANCIAS DEMANDAN ES VIABILIDAD BIEN INTEGRADA.
educativa, la salvaguarda de los derechos ciudadanos, la estabilidad ambiental sin excepciones y la política de seguridad en todas las expresiones de ésta, tienen que formar parte del esquema general integrado al que la realidad nos aboca sin alternativas. Y es que lo más determinante es que todos los sectores y fuerzas se orienten de manera alineada hacia la consecución de los objetivos de país que la evolución nos impone.
La ciudadanía salvadoreña, que se expresó de modo tan contundente en las urnas el 3 de febrero pasado, está a la expectativa de lo que pueda producirse a partir del inminente 1 de junio. No sólo es un cambio de personas, ni un relevo de líneas políticas, sino que se trata de estructurar desde el primer instante ese esquema de acción al que acabamos de hacer referencia. Ni medidas sueltas, ni impulsos repentinos: lo que las circunstancias demandan es viabilidad bien integrada.
Los instrumentos de la gobernabilidad deber estar sobre el tapete sin ningún tipo de excusas, para que esa viabilidad a la que nos referimos pueda entrar en efectivo movimiento. Es la viabilidad del desarrollo la que en verdad se halla en juego.
Reconozcamos, de una vez por todas, que sólo la lógica de los entendimientos bien concebidos y desplegados puede hacernos funcionar como nación y como conglomerado. Modernicémonos, pues, desde la raíz, comenzando por las actitudes y las proyecciones.