Beneficiarios de CAM todavía luchan por ser reunificados en EUA
Uno de estos casos es el de Margarita, una salvadoreña con cáncer a quien las leyes restrictivas de EUA le impiden ver a su hijo.
Con un pie en Estados Unidos (EUA) y otro en El Salvador, Margarita Cruz, una inmigrante en tratamiento contra el cáncer y que reside en Washington, espera ver cumplida la reunificación familiar prometida por el programa de Menores Centroamericanos (CAM, en inglés), suspendido en agosto de 2017 y que una jueza revivió en marzo pasado. Margarita, cuyo semblante refleja más de sus 36 años, se aferra a la esperanza de abrazar al mayor de sus cuatro hijos, Edwin, a quien dejó al cuidado de sus padres, hace ya 17 años, y por quien ha librado una batalla legal en Estados Unidos.
“La esperanza que tengo y siento es que esta vez sí que voy a poder ver a mi hijo”, dijo esta mujer a Efe, cuyo caso es uno de entre los 2,700 y 3,000 que quedaron en el limbo después de que el presidente Donald Trump decidió en enero de 2017 dejar de tramitar las solicitudes de reunificación y acabó en agosto pasado con el programa.
El CAM, establecido en 2014 por la Administración de Barack Obama, permitía a personas viviendo de forma legal en Estados Unidos y con origen en Honduras, El Salvador y Guatemala solicitar permisos para que sus hijos llegaran al país para reunirse con ellos.
El 3 de mayo de 2016 “vinimos a ‘aplicar’” en la organización CASA, que
“Cuando entró Trump de buenas a primeras, anuló el programa, todos esos muchachos se quedaron con nada más que esos papeles en la mano”. GEORGE ESCOBAR, CASA.
“Yo estaba tan emocionada por querer ver a mi hijo y cuando yo me di cuenta de todo eso, se vino abajo”. MARGARITA CRUZ, ESPERA SOLUCIÓN PARA CAM.
ayuda a migrantes, relató Margarita, con voz pausada tras haber recibido una sesión de quimioterapia por un tumor cerebral del tamaño de una manzana grande. Todo iba bien.
“Cuando de repente fue que salió en las noticias que el nuevo presidente había cancelado todo eso (...) yo estaba tan emocionada por querer ver a mi hijo y cuando yo me di cuenta de todo eso, sí me sentí bien triste”, admitió.
Con tres pequeños, de 14, ocho y tres años nacidos en Estados Unidos y el mayor en El Salvador, de donde salió en 2002 agobiada por la pobreza, Margarita se debate entre permanecer en el país donde recibe un tratamiento que, confiesa, no podría tener en su país y ver a su hijo. “Si yo hubiera estado en mi país, yo no estaría viva”, reconoció esta mujer que se ha sometido a cuatro operaciones.
Pero la esperanza renació cuando la jueza Laurel Beeler falló el 1.º de marzo a favor de quienes demandaron al Gobierno.
“Cuando entró Trump de buenas a primeras, de un día para otro, anuló el programa, todos esos muchachos se quedaron con nada más que esos papeles en la mano”, explicó a Efe el director de Servicios de la organización latina y proinmigrante CASA, George Escobar. No descartó que la decisión de la jueza, que el Gobierno decidió no apelar, reabra las posibilidades para estas familias.
Sin embargo, indicó que aunque ya recibieron el plan, “hay que esperar un tiempo”.