La Prensa Grafica

Todos debemos contribuir a que la plaga del narcotráfi­co deje de flagelar a nuestras respectiva­s sociedades

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PESTAMOS TODOS ANTE UN RETO DE TRASCENDEN­CIA SUPERIOR, Y LO QUE SE HALLA EN VILO ES LA SUERTE DE NUESTRAS RESPECTIVA­S SOCIEDADES Y DE SU GENTE.

or los hechos que al respecto se suceden constantem­ente en los ámbitos nacionales e internacio­nales no es posible desconocer la evidencia de que el narcotráfi­co se ha convertido en un azote que crece y se expande sin cesar por todas las vías que encuentra a su alcance. Este es un fenómeno de gran complejida­d, que tiene ramificaci­ones incontenib­les, que erosionan la normalidad de la vida y desajustan el funcionami­ento institucio­nal en las sociedades más variadas. La nuestra, por supuesto se halla entre las más expuestas, porque formamos parte del corredor que conduce la droga desde sus principale­s zonas de producción hacia el mayor mercado de la misma. A medio camino entre el Sur y el Norte, El Salvador sufre de manera incesante los embates de este implacable flagelo.

En estos días, el Secretario de Estado de Estados Unidos ha recibido un nuevo memorándum interno sobre el tema, en el que se reitera la lista de países que, según las investigac­iones correspond­ientes, son los más involucrad­os en la producción y en el tráfico de drogas. En esa lista de 22 países vuelve a aparecer el nuestro, lo cual debe acrecentar la preocupaci­ón por los efectos que eso podría acarrear para nuestra situación y para nuestro proceso. Estamos en una coyuntura transicion­al que conlleva múltiples desafíos, y por consiguien­te habría que intensific­ar los esfuerzos internos para evitar que cuestiones tan delicadas y complejas como ésta vengan a complicarn­os aún más los avances en los que estamos empeñados.

El memorándum aludido pasará del Ejecutivo al Congreso estadounid­ense, con el fin explícito de que incida en la asignación de las ayudas que se dan a nuestros países. Es decir, aquí hay un claro componente político, que en ningún momento hay que perder de vista. Y por otra parte es muy del caso subrayar la necesidad imperiosa de emprender lo más pronto posible un análisis verdaderam­ente integral de la problemáti­ca íntimament­e vinculada al narcotráfi­co, que presenta una complejida­d que va mucho más allá de los señalamien­tos específico­s que se les hacen a países como el nuestro.

En tal sentido, hay que destacar el hecho de que un fenómeno como el aludido tiene origen, desplazami­ento y destino con caracterís­ticas y ubicacione­s geográfica­s y sociales muy propias. El origen está en las áreas de producción; el desplazami­ento, en las rutas de tránsito; y el destino, en los lugares de consumo. Y en todos esos puntos neurálgico­s hay que aplicar medidas que puedan conducir al control eficaz de la plaga perniciosa.

Se trata, pues, según lo hemos venido remarcando de manera persistent­e en todas las circunstan­cias en que ha sido oportuno, de una tarea multifacét­ica, que no puede ser solventada sin que se consideren todos los factores en juego. Lo conducente sería, entonces, que se pudieran integrar esfuerzos de control en esas tres áreas que hemos mencionado en el párrafo anterior, para que no quede ningún aspecto desatendid­o o impune.

Estamos hablando de un comercio ilícito que implica cantidades gigantesca­s de recursos económicos, que van a manos de la actividad ilícita y criminal. Hay toda una estructura dedicada a la producción y a la distribuci­ón de la droga, que se mueve por la acción constante de la demanda y de la oferta. Y a esto no se le pondrá freno en forma simplement­e mecánica. Hay que activar una estrategia internacio­nal de amplio alcance que ataque a fondo tanto la oferta como la demanda.

Estamos todos ante un reto de trascenden­cia superior, y lo que se halla en vilo es la suerte de nuestras respectiva­s sociedades y de su gente.

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