La potenciación del turismo nacional debe ser tarea de primer orden para que el país saque más provecho de sus atractivos
LOS TURISTAS DE HOY SON MUCHO MÁS EXPRESIVOS QUE LOS TURISTAS DE ANTES, Y HAY QUE DARLE VUELO A ESA CONDICIÓN PARA QUE EL SALVADOR SE POSICIONE DE VERAS COMO DESTINO TURÍSTICO DE PRIMER NIVEL.
El Salvador es un país que así como tiene importantes limitaciones por su tradicional insuficiencia de desarrollo presenta al mismo tiempo un significativo potencial de oportunidades derivadas de su composición geográfica, de la forma de ser de su gente y del ánimo nacional indeclinable de salir adelante en medio de todas las adversidades que se van presentando en el dificultoso devenir. Las condiciones nacionales son, pues, ambivalentes, y así habría que asumirlas y manejarlas, porque lo más importante es no perder de vista en ningún momento el objetivo básico, que es hacer que El Salvador se posicione cada vez con presencia más visible y provechosa en este mapamundi abierto que es hoy el escenario donde se mueven todos los países del globo.
Para poder sacar adelante esta visión prometedora se vuelve indispensable tanto poner en marcha las proyecciones concordantes con la realidad como activar las iniciativas que les den a dichas proyecciones los debidos insumos de realización. Uno de los puntos más decisivos consiste en pensar, en planificar y en actuar en grande. Por muchísimo tiempo los salvadoreños hemos estado reducidos a una tendencia autolimitante que no tiene futuro, como si el país no mereciera estar en la cima de sí mismo, con vista a todos los horizontes. Hoy, la dinámica globalizadora nos impulsa a pasar a ese plano, y el turismo es una de las áreas con más posibilidades de lograrlo.
Las nuevas autoridades recién llegadas están enviando señales en tal dirección, y algunos hechos lo ponen de manifiesto. Se ha creado el primer Gabinete Turístico del país, lo cual hace más factible el enfoque integral en dicho ámbito de trabajo. Hay que dejar del ver el turismo con ojos timoratos y animarse a visualizarlo como un recurso de altísimo valor potencial, sobre todo en este mundo en el que las fronteras ya no son las de antes. Los turistas de hoy son mucho más expresivos que los turistas de antes, y hay que darle vuelo a esa condición para que El Salvador se posicione de veras como destino turístico de primer nivel, por sus múltiples bellezas naturales y urbanas, por su extraordinaria conectividad interna y por el ambiente humano que, más allá de las inseguridades que son lo que más se
conoce, se manifiesta acogedoramente como un estímulo al goce pleno.
Tenemos atractivos diversos, que saltan a la vista de inmediato. Por ejemplo, nuestro mar y nuestras playas, en las que actividades como el surf han tomado perfil nacional e internacional de gran notoriedad. El proyecto Surf City está sobre el tapete, con todo lo que eso puede significar como símbolo de éxito para los otros proyectos que vengan. Como bien ha dicho la Ministra de Turismo, en todo esto se necesita una visión integral, que abarque las distintas condiciones y los variados servicios que el turismo moderno demanda. Y esa visión integral implica una real apertura del mapa turístico, porque El Salvador no sólo tiene mar y playas de primera sino también zonas montañosas magníficas y ciudades y pueblos encantadores. Y todo a la mano, como en ninguna otra parte.
Hay que hacer muchísimas obras en el terreno, que respondan plenamente a los requerimientos de un turismo de primer nivel, tanto nacional como internacional. Todos los complejos deben quedar fuera, y así posicionar a El Salvador como un centro de excelencia, a la altura de los tiempos en todos los sentidos. No hay que cejar en ese empeño, que es sinónimo de prosperidad efectiva.
Así como se busca posicionar al país como el destino con las mejores olas, se debe extender tal objetivo a las otras áreas donde lo nuestro puede sobresalir. Voces como la de Leonardo di Caprio son muy oportunas en esa línea.