La hojalatería, el arte que se niega a morir en Santa Rosa
El oficio de la elaboración de los artículos de lámina ha sido desplazado por los recipientes de plástico. Pero aún se producen desde baldes hasta chimeneas.
Simón Torres, conocido popularmente como Moncho en Santa Rosa de Lima, La Unión, aprendió el oficio de elaborar artículos a base de lámina galvanizada a la edad de 13 años, pero han pasado más de tres décadas y sigue desarrollando su ingenio en el taller que ahora tiene en su casa. El arte de la hojalatería, como es conocido este oficio, poco a poco ha ido desapareciendo y ha sido superado por el uso masivo de los artículos o recipientes plásticos, lo cual también ha venido a provocar problemas de contaminación ambiental en el país y la caída de los hojalateros.
Simón cuenta que cuando inició el aprendizaje lo hizo elaborando candiles, pero poco avanzaba y debido a la demanda que se tenía de otros artículos de lámina fue aprendiendo a elaborar cazolejas, las cuales son utilizadas para hacer pan. También aprendió a fabricar cubetas, jarillas para hacer café, entre otros.
“Cada artículo tiene su propio proceso de fabricación, pero el más fácil de hacer es la jarilla de coser café, y es de lámina más delgada y solo lleva tres piezas”, explicó el artesano.
Agregó que “la mayor parte de hojalateros de Santa Rosa de Lima ya murieron. Yo recuerdo que acá vino don Evaristo José Guerrero de San Salvador, y a él fue que le aprendimos bastante, porque era el que podía sacar todas las plantillas de los artículos, porque nosotros no sabíamos hacerlo”, comentó Torres.
Hoy en día, debido al desplazamiento que han tenido algunos de estos artículos por el apogeo del plástico, elabora otros artículos a base de lámina que siguen siendo demandados, como los canales que se colocan en los techos para las aguas lluvias, los silos (graneros) y hasta chimeneas, una de las obras más difíciles.
Los artículos que más le demandan a este hojalatero son los baldes lecheros, las jarillas y los canales para los techos en la construcciones de las viviendas.
Haber aprendido la elaboración de estos es lo que le ha permitido que se mantenga en este oficio que ha ido desapareciendo en el país.
“Mi satisfacción más grande es que me siento orgulloso de este oficio que aprendí y gracias a este hemos salido adelante; no teníamos ni dónde vivir y ahora gracias al esfuerzo mío y el de mi señora hemos ido saliendo adelante sin necesidad de salir de este país”, menciona Simón.
Asegura que con este oficio ha logrado sacar adelante a sus tres hijos, ya adultos, uno de ellos incluso también se está dedicando a aprender la hojalatería.
Torres, quien reside en la colonia Santos de la ciudad limeña, dice que lo ideal fuera que las personas se inclinaran por adquirir los artículos de lámina.