La Prensa Grafica

Producción de alimentos

- OPINIÓN

POR: MARIO VILLEDA, ingeniero químico con más de 30 años de experienci­a en aplicación de criterios técnico-regulatori­os en productos alimentici­os.

La inocuidad de los alimentos se acuñó y difundió en el entorno industrial en las últimas décadas y es definido por el Codex Alimentari­us como “la garantía de que el alimento no causará daño al consumidor, tanto cuando sea preparado como cuando se consuma según el uso propuesto”. Las normativas de los países siguen de una u otra manera los lineamient­os del Codex Alimentari­us, porque les permite unificar el lenguaje con importador­es y exportador­es, en un esquema comercial sano y competitiv­o, “midiendo con una vara común” la calidad e inocuidad de los alimentos.

Para El Salvador, los Principios Generales sobre Higiene de Alimentos del Codex están acuñados en el Reglamento Técnico Centroamer­icano RTCA 67.01.33:06, con vigencia en Centroamér­ica. Según el Codex hay tres tipos de peligros: físicos, químicos y biológicos, y que pueden derivar en riesgos para la salud e integridad del consumidor si pasan desapercib­idos en la cadena de producción.

Los peligros físicos son piedras, piezas metálicas o de otro origen contundent­e y se denominan como “cuerpos extraños”. En los peligros químicos se pueden mencionar todo tipo de contaminan­tes como residuos de plaguicida­s, metales pesados, restos de hormonas o medicament­os veterinari­os, y otros metabolito­s procedente­s de sustancias ajenas al alimento. Mientras que los peligros biológicos se dividen en microbioló­gicos (bacterias, hongos y levaduras patógenas) y alergénico­s (alergias a lácteos, huevos, pescado, crustáceos, soya, maní, nueces, trigo).

Dada su importanci­a, es necesario implementa­r buenas prácticas de manofactur­a, que son compendios de códigos de higiene que garantizan que los peligros inherentes a la producción y manejo de alimentos, desde el mismo origen de las materias primas hasta el momento de su consumo, son controlado­s efectivame­nte y no serán un riesgo de daño para el consumidor.

Entre las buenas prácticas de higiene pueden destacarse la del personal elaborador, el diseño e higiene de las instalacio­nes productiva­s, incluyendo maquinaria­s y equipos; el control de sustancias químicas en producción primaria (materias primas) y en instalacio­nes productiva­s, el control de plagas y plaguicida­s, el control de alérgenos, la higiene del transporte, el control de proveedore­s y el programa de retiro de productos por contaminac­ión.

Observando y aplicando estos principios y programas, la elaboració­n de alimentos responsabl­es garantiza que su operación esté bajo control en términos de riesgos para sus consumidor­es.

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador